El Gran Recreo de la Escuela Quinto



Era un día soleado en la Escuela Quinto, y los alumnos estaban emocionados porque era hora del recreo. Todos corrían hacia el patio, pero había un grupo de amigos: Lila, Tobi y Gastón, que tenían una idea especial. Habían decidido que hoy jugarían a las escondidas, pero con un giro muy divertido.

"¡Vamos a hacer que las escondidas sean aún más emocionantes!" - dijo Lila mientras se ataba los cordones de sus zapatillas.

"¿Cuál es tu idea?" - preguntó Tobi, curioso por naturaleza.

"Se me ocurrió que el que encuentre a los demás primero debe correr hacia el árbol más grande del patio y gritar '¡Soy el mejor buscador!'" - explicó Lila con una sonrisa.

Los tres amigos estaban listos para el desafío. Gastón tomó el papel de buscador primero. Contó hasta veinte mientras los demás se escondían en lugares creativos. Tobi se escondió detrás de una gran maceta, mientras que Lila se metió entre unos arbustos. Cuando Gastón terminó de contar, salió a buscar.

"¡Aquí vengo!" - gritó Gastón mientras miraba por todos lados.

Pero algo inesperado sucedió. Cuando se acercó a los arbustos donde Lila estaba escondida, se escuchó un gran ruido. Era un grupo de pájaros que había comenzado a volar y a cantar muy fuerte.

"¡Kikirikí!" - cantaron los pájaros.

"¿Qué fue eso?" - dijo Gastón asustado.

Cuando finalmente encontró a Lila, ambos comenzaron a reírse de lo que había pasado. Gastón corrió al árbol y gritó:

"¡Soy el mejor buscador!"

Ahora era el turno de Lila. Esta vez, decidió esconderse en un lugar que ni Tobi ni Gastón esperarían. Se metió en un pequeño juego de equilibrio que había en el patio. Mientras tanto, Tobi buscaba y encontró a Gastón.

"¿Has visto a Lila?" - le preguntó.

"No, pero creo que es muy buena escondiéndose" - respondió Gastón.

Los dos comenzaron a buscar a Lila juntos, pero a medida que pasaba el tiempo, se dieron cuenta de que no podían encontrarla.

"Tal vez deberíamos pedir ayuda" - sugirió Tobi.

"No, vamos a buscarla un poco más, puede ser divertido" - dijo Gastón.

Así fue como decidieron formar un equipo y cada uno empezó a buscar por su lado. Sin embargo, al dar varias vueltas, se encontraron de nuevo.

"Esto no está funcionando. ¡¿Dónde estará? !" - comentó Tobi.

En ese momento, escucharon un grito proveniente del juego de equilibrio.

"¡Ayuda!" - era Lila, que había perdido el equilibrio y se había caído.

Los chicos salieron corriendo y la encontraron en el suelo, riéndose a carcajadas. Gastón la ayudó a levantarse.

"¿Estás bien?" - preguntó Tobi, preocupado.

"Sí, solo me divertía un poco demasiado", respondió Lila, aún riendo.

Decidieron continuar el juego, pero Tobi propuso un nuevo giro.

"¿Y si hacemos un juego de relevos en vez de escondidas? Cada vez que encuentres a alguien, lo llevas al árbol y lo etiquetamos como buscador también, así todos participan" - sugirió entusiasmado.

Todos estuvieron de acuerdo, así que comenzaron a correr de un lado a otro, buscando y etiquetando a sus amigos. Al final del recreo, todos estaban riendo y compartiendo historias sobre lo que habían descubierto el uno del otro.

"¡Esto fue increíble!" - exclamó Lila.

"Deberíamos hacerlo así más seguido" - agregó Gastón.

"Sí, la próxima vez, podemos incorporar otros juegos también" - concluyó Tobi.

Cuando sonó la campana de vuelta a clase, todos estaban cansados, pero felices. Habían aprendido que no solo se trataba de encontrar a los demás, sino también de trabajar en equipo, compartir la diversión y disfrutar juntos cada momento. Aunque los juegos de escondidas fueron geniales, a veces era mejor ser parte de un equipo donde todos podían brillar.

Así, cada recreo se volvió una nueva aventura, y la Escuela Quinto se llenó de risas y un espíritu de juego que hacía que incluso los días más comunes fueran inolvidables.

FIN.

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