¡El Gran Referéndum de Villapaz!
En un pintoresco pueblo llamado Villapaz, vivían cuatro amigos: Sofía, un espíritu curioso; Martín, un apasionado por la justicia; Lía, la más creativa; y Nicolás, el más sabio de todos. Un día, la alcaldesa del pueblo, Doña Rosa, decidió que era hora de organizar un referéndum para que los ciudadanos decidieran si querían un nuevo parque en lugar de un antiguo edificio que nadie usaba.
"¡Hola a todos!" – exclamó Sofía emocionada. – "¿Escucharon lo que dijo Doña Rosa?"
"Sí, y me parece una gran idea, pero..." – dijo Martín, frunciendo el ceño. – "¿Realmente la gente sabe cómo funciona un referéndum?"
"Yo puedo hacer un cartel muy lindo, pero necesitamos informar a todos primero" – comentó Lía, comenzando a dibujar en un cuaderno.
"Tienen razón, debemos educar a nuestros vecinos sobre lo que significa votar" – agregó Nicolás, metiendo su mano en el bolsillo.
Los cuatro amigos decidieron organizar una reunión en la plaza central para explicar a los habitantes qué era un referéndum y cómo podían participar. Se levantaron temprano, hicieron pancartas y repartieron folletos. Juntos, emocionados, esperaban a que las personas llegaran.
"¡Vengan, vengan! Aquí aprenderán cómo participar en el referéndum!" – gritó Sofía, llena de energía.
"¡Exacto! Es su oportunidad de decidir el futuro del pueblo!" – añadió Martín, moviendo las manos para llamar la atención.
"Y al final, vamos a dibujar un mural sobre nuestro nuevo parque" – propuso Lía, con una gran sonrisa.
"¡Así todos podrán recordar este momento!" – concluyó Nicolás.
La plaza se llenó de vecinos curiosos. Entre ellos estaban Don Manuel, un anciano que solía contar historias, y la señora Clara, una madre increíblemente ocupada con sus tres hijos.
"¿Qué es un referéndum, chicos?" – preguntó Don Manuel, rascándose la cabeza.
"Es cuando todos votan sobre un tema importante. En este caso, si queremos el parque o no" – explicó Nicolás.
"Pero la gente está muy ocupada, ¿cómo podemos hacer que vengan a votar?" – se preocupó la señora Clara.
"¡Podemos organizar juegos y actividades para los chicos mientras sus padres votan!" – dijo Lía, emocionada.
Organizaron juegos, música y hasta un stand de comida para atraer a más vecinos. La fecha del referéndum se acercaba y todos estaban llenos de entusiasmo. Sin embargo, un día antes, Doña Rosa tuvo una reunión con algunos adultos negativos que no querían el cambio.
"No necesitamos un parque. Ese lugar está bien así" – dijeron en voz alta unos vecinos que temían el cambio.
"Pero el parque puede revitalizar nuestro hermoso pueblo. Necesitamos que todos lo entiendan" – argumentó la alcaldesa.
Mientras tanto, Sofía, Martín, Lía y Nicolás decidieron que había que actuar. Se les ocurrió hacer un video donde los niños del pueblo expresaran sus deseos sobre el nuevo parque. Esa noche, los amigos se reunieron en casa de Sofía y con una cámara comenzaron a grabar.
"¡Hola! Soy Julián y quiero un parque para jugar al fútbol" – dijo un niño frente a la cámara.
"¡Yo quiero un lugar para montar en bicicletas!" – agregó otro niño.
La idea se fue llenando de magia. Los amigos editaron el video y lo difundieron por las redes sociales del pueblo. Al día siguiente, todos hablaban sobre el video y comenzaron a comprender lo que significaba el referéndum.
El día del referéndum llegó y la plaza estaba llena de alegría. La gente se acercaba a votar. Don Manuel, la señora Clara y muchos otros llenaron las urnas.
Finalmente, al cerrar las votaciones, todos se reunieron para conocer los resultados. Doña Rosa tomó la voz.
"Queridos vecinos, gracias por haber participado. ¡El pueblo ha decidido!"
"¿Ganó el parque? ¿Ganó el parque?" – gritó Sofía.
"¡Sí! ¡El nuevo parque ganó por un gran porcentaje!" – anunció la alcaldesa mientras todos aplaudían.
El pueblo estalló en gritos de alegría. Nicolás, Lía, Martín y Sofía se abrazaron, sabiendo que su esfuerzo había valido la pena. La jornada había celebrado no solo la victoria para tener un parque nuevo, sino que también enseñó a todos cómo la participación ciudadana puede transformar a una comunidad.
"¡Esto es solo el comienzo!" – dijo Martín.
"¡Sí! ¡El pueblo siempre puede contar con nosotros!" – sonrió Lía.
"Y siempre pueden preguntar, aprender y decidir juntos" – concluyó Nicolás, mirando a sus amigos con orgullo.
Así fue como Villapaz se convirtió en un ejemplo de participación ciudadana, y los cuatro amigos aprendieron que unidos, siempre eran más fuertes.
FIN.