El Gran Regreso a la Escuela



Era una mañana brillante de febrero cuando Valentina despertó con una enorme sonrisa en el rostro. Hoy era el primer día de clase y, aunque todavía sentía el eco de las risas de las vacaciones en su memoria, su corazón latía de emoción por volver al colegio.

Había pasado todo el verano soñando con el quinto grado, donde tendría nuevos profesores y conocería a sus compañeros de siempre y, por supuesto, a algunos nuevos. Mientras se vestía, no pudo evitar de mirar su mochila nueva, colorida y llena de útiles escolares, lista para ser estrenada.

-Mamá, ¿estás lista para llevarme a la escuela? -preguntó Valentina, saltando de impaciencia en la cocina.

-Sí, sí, cariño. Ya termina de comer y en un rato nos vamos -respondió su madre, riéndose ante la energía desbordante de Valentina.

Al llegar a la escuela, Valentina sentía que cada paso la acercaba más a la aventura que la esperaba. Cuando cruzó las puertas de la institución, el bullicio del recreo la envolvió. Vio a sus amigos de siempre, a Wally, a Luna y a Mateo.

-Valen, ¡qué bueno verte! -gritaron al unísono sus compañeros, corriendo a abrazarla.

-¡Los extrañé tanto! -respondió ella entre risas.

Después de algunos minutos de charlas y de recuperar el tiempo perdido, la maestra de quinto grado, la señorita Paula, apareció. Con su cabello rizado y una gran sonrisa, comenzaba a expresar lo que sería un año emocionante.

-Buenos días, chicos. ¡Bienvenidos a quinto grado! Este año aprenderemos muchas cosas nuevas. Pero primero, quiero conocerlos mejor -dijo la señorita Paula.

Para su sorpresa, todos debían contar un secreto divertido. Cuando llegó el turno de Valentina, tomó aire y dijo:

-Mi secreto es que me gusta hacer experimentos con burbujas de jabón en el patio de mi casa. ¡Hago burbujas enormes! -los niños se rieron y se sintieron más cercanos a ella.

Sin embargo, no todo sería sencillo durante el primer día. Mientras se organizaban en grupos para trabajar en un proyecto, Valentina fue asignada a trabajar con Matías, un chico nuevo que parecía un poco tímido. Mientras todos los demás se reían y hablaban, Matías se quedó en un rincón con los ojos bajos.

-¡Hola, Matías! -se acercó Valentina, dándole una sonrisa -¿Te gustaría que trabajemos juntos?

-Um… no sé. La verdad es que no sé mucho de los proyectos -respondió él, un poco inseguro.

-¡No te preocupes! Yo puedo ayudarte. Será divertido -dijo Valentina, tratando de levantar su ánimo.

Después de algunas horas, Matías comenzó a confiar más en Valentina. Juntos fueron dibujando ideas en un papel, y al final, lograron crear un proyecto que sorprendió a toda la clase. La señorita Paula aplaudió su esfuerzo.

-Excelente trabajo, chicos. ¡Hoy mostraron lo que significa el trabajo en equipo! -dijo, mientras los otros alumnos aplaudían también.

Al finalizar la jornada, Valentina estaba cansada, pero muy feliz. Reflexionó mientras caminaba a casa con su madre.

-¿Ves, Valen? hacer amigos nuevos no siempre es fácil, pero a veces solo se necesita un poquito de esfuerzo -le dijo su mamá con una sonrisa.

-Sí, ¡cierto! Matías es genial, solo necesitaba que alguien le hablara. Estoy emocionada por el resto del año -respondió ella.

Así, Valentina aprendió que la amistad y la empatía son tan importantes como las materias que aprendería en el aula. Cada día era una nueva aventura, y estaba lista para descubrir todo lo que quinto grado tenía para ofrecer, no solo en el conocimiento, sino en las relaciones humanas.

FIN.

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