El gran rescate de Timmy



En un frondoso bosque, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, vivía Timmy, una ardilla pequeña y curiosa. Timmy siempre había sido un experto trepador, pero un día, mientras jugaba en el suelo del bosque, vio a su familia en la cima de un árbol altísimo.

"Mamá, papá, ¡aquí estoy!" – gritó Timmy, saltando de emoción.

Sin embargo, al intentar trepar, se dio cuenta de que sus patas estaban cansadas y no podía subir. Miró hacia arriba, observando a su familia reír y jugar entre las ramas.

"Oh no, no puedo llegar a ellos..." – suspiró Timmy, desanimado.

Justo en ese momento, apareció su mejor amigo, Billy, un intrépido pajarito de plumas coloridas que siempre estaba dispuesto a ayudar.

"¿Qué pasa, Timmy?" – preguntó Billy al notar la tristeza en el rostro de su amigo.

"No puedo subir al árbol donde está mi familia. Estoy muy cansado y no tengo fuerzas para trepar más" – respondió Timmy con un hilo de voz.

Billy, decidido a ayudarlo, empezó a trinar suavemente, pensando en una solución.

"No te preocupes, Timmy. Si no podés trepar al árbol, tal vez podamos encontrar otra manera de que tu familia baje para que puedan estar juntos" – sugirió Billy, mostrando su lado ingenioso.

Timmy levantó la mirada, alentado por la idea de su amigo.

"¿Pero cómo podemos hacer eso?" – preguntó, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Billy voló en círculos pensativo antes de sugerir un plan.

"Conozco un árbol más bajo donde podemos colocar algunas nueces. Si tu familia ve que hay comida, quizás baje a buscarla. Vamos, ¡ayudame a reunirlas!" – propuso Billy.

Rápidamente, los dos amigos se pusieron en marcha para recoger las nueces que encontraban por el bosque. Luego, juntos, las colocaron cuidadosamente cerca del árbol más bajo.

"¡Listo! Ahora solo tenemos que esperar" – dijo Billy, emocionado.

Mientras esperaban, la ansiedad de Timmy aumentaba.

"¿Y si mi familia no viene?" – murmuró él, mirando nerviosamente al árbol alto.

Pero Billy lo animó, diciendo:

"Tené fe, Timmy. Si hay una cosa que aprendí en mis aventuras, es que nunca hay que rendirse. ¡Vamos a esperar juntos!".

Pasaron algunos minutos y, de repente, Timmy sintió que su corazón palpitaba cuando vio a su familia acercarse.

"¡Mamá, papá!" – gritó, viendo cómo su familia se dirigía hacia las nueces con curiosidad.

Los padres de Timmy lo llamaron desde lejos:

"¡Timmy! ¡Nos alegra verte! ¿Qué estás haciendo aquí?" – preguntaron, asombrados de verlo tan lejos del árbol.

"No podía subir, pero mi amigo Billy tuvo una gran idea para que pudieran venir. ¡Estoy tan feliz de verlos!" – exclamó, fabulosamente alegre.

La familia de Timmy se acercó a él, rodeándolo con cariño y preguntando por su aventura. Billy sonrió, sintiéndose orgulloso de haber ayudado a su amigo.

"Timmy, ¿ves? La amistad y el trabajo en equipo pueden lograr grandes cosas" – le dijo Billy, haciendo un guiño.

Después de compartir una colorida merienda de nueces, la familia decidió que era hora de regresar a su hogar en las ramas.

"Vamos, Timmy, ¡te llevaremos arriba!" – ofreció su mamá, mientras lo levantaba con delicadeza.

Una vez en las ramas, Timmy miró todo el bosque desde lo alto y sonrió, dándose cuenta de que había aprendido una valiosa lección sobre la amistad y el valor de trabajar en equipo.

"Gracias, Billy. Sin vos, no lo habría logrado" – aclaró Timmy, entre risas.

"Siempre estaré aquí para ayudarte, amigo" – dijo Billy, orgulloso de su amistad.

Y así, Timmy y su mamá se acomodaron entre las ramas, disfrutando de un momento perfecto en familia, mientras que Billy se posaba en una rama cercana, feliz de haber participado en el gran rescate de su querido amigo. Y desde ese día, Timmy aprendió que nunca está solo cuando tiene a un buen amigo a su lado.

FIN.

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