El Gran Robo de Villa Tiernita



Era un día soleado en Villa Tiernita, un pintoresco pueblito rodeado de campos verdes y flores de colores brillantes. Sin embargo, la tranquilidad del lugar se veía interrumpida por una serie de misteriosos robos. El ropero del señor Ramos, las galletitas de la señora Flora y hasta los sombreros de Doña Pina habían desaparecido. Las calles estaban llenas de murmullos y preocupaciones. Entonces, el alcalde decidió llamar al comisario Juanito, el más torpe de todos los comisarios campestres.

"Comisario Juanito, necesitamos su ayuda para resolver estos robos", dijo el alcalde, con una ceja levantada.

"¡Sí, claro!", respondió Juanito, tropezando con su propio sombrero. "Voy a atrapar al ladrón, no se preocupen".

Con su fiel perrito Lucho al lado, el comisario comenzó su investigación, pero todo resultaba en situaciones muy graciosas. Primero, decidió interrogara a Don Pedro, el agricultor,

"¿Usted ha visto algo sospechoso, Don Pedro?" preguntó Juanito.

"Yo solo veo maíz, comisario. Quizás debería mirar más cerca de sus propias narices", contestó Don Pedro mientras reía.

Juanito se aferró a su libreta de notas y siguió su camino. Siguiente parada: la casa de la señora Flora. Cuando llegó y preguntó,

"Señora Flora, ¿le han robado sus galletitas?"

"Sí, pero no me acuerdo dónde las guardé!", exclamó la señora Flora, confusa mientras buscaba entre sus sartenes. Lucho encontró unas galletitas entre unos zapatos, lo que hizo a Juanito pensar que la señora Flora también estaba implicada.

Después de varios intentos fallidos, Juanito decidió que había llegado la hora de hacer una reunión con todos los vecinos del pueblo.

"Queridos vecinos! La verdad es que todos son sospechosos, ¡sí!", empezó Juanito con gran solemnidad, mientras Lucho se escabullía por debajo de la mesa y robaba un trozo de torta.

"Pero comisario, ¡eso no tiene sentido!", se quejó Doña Pina, ajustándose sus gafas.

"¡Sí, sí! Uno de ustedes es el ladrón. Necesito más pruebas!", insistió Juanito, tratando de sonar serio pero sin poder contener la risa de su perro.

Durante la reunión, nadie podía contener las carcajadas que provocaba el torpe comisario. De repente, la pequeña Sofía intervino.

"¿Y si hacemos un plan para atrapar al ladrón, como en las películas?", sugirió entusiasmada.

Luego de muchas ideas descabelladas, decidieron hacer una trampa con un cesto lleno de galletas. Juanito estaba determinado a atrapar al delincuente, así que pasaron la noche en vela, escondidos detrás de unos arbustos.

Pasaron horas y horas, pero lo único que encontraron fue un sapito que croaba quejándose de que no lo dejaban dormir. Entonces, de repente, todo se iluminó con una luz brillante y... ¡un ordinario zorrito apareció en escena!"¡Mirá!", susurró Sofía, apuntando señalando al pequeño ladrón.

El zorrito era travieso y rápido, salía y entraba entre los arbustos, llenando su pancita de galletas mientras todos miraban sin poder creerlo.

"¡Alto, zorrito!", gritó Juanito, pero el pequeño animalito salió corriendo con una galleta en la boca.

Sin embargo, en medio del bullicio, Juanito se dio cuenta de algo más importante.

"Chicos, ¡no es un ladrón!"

Todos se quedaron asombrados.

"¿Qué quieres decir, comisario?" preguntaron los vecinos confundidos.

"Miren cómo come el zorrito, ¡No ha robado! Solo tiene un poco de hambre... ¡pobrecito!" todos entendieron que, mientras Juanito estaba tratando de descubrir al ladrón, la verdadera historia era que el zorrito solo quería compartir su amor por las galletitas.

"¿Y qué vamos a hacer ahora?" preguntó Doña Pina.

"Podemos hacer una gran fiesta para el zorrito!", exclamó Sofía.

Y así fue como todos los vecinos se unieron en una gran fiesta con galletitas para el zorrito, que decidió quedarse en Villa Tiernita.

El comisario Juanito aprendió que a veces lo que parece ser un problema puede tener una solución diferente. Los robos nunca volvieron a ocurrir, y la amistad entre el zorrito y los vecinos del pueblo se volvió una historia que sería contada por generaciones. ¡Y así, Villa Tiernita se llenó de risas y mucha alegría!

FIN.

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