El Gran Salto de Anita



Un día soleado en el parque, Anita paseaba con su perrito, Canela. De pronto, su mirada se iluminó al ver a su amigo Marlon que venía hacia ella con una gran sonrisa.

"¡Marlon!" - gritó Anita, saltando de alegría como si hubiera encontrado un tesoro.

"¡Anita!" - respondió Marlon, también emocionado "¿Qué tal hace tiempo que no nos vemos?"

Anita se acercó a Marlon, todavía brincando de felicidad.

"¡Estaba contando los días para verte otra vez! ¿Qué vamos a hacer hoy?" - dijo Anita con su voz llena de entusiasmo.

"Tengo una sorpresa para vos. Pero primero, ¿querés jugar un rato?" - propuso Marlon.

Los dos se pusieron a jugar a atrapar la pelota que Marlon había traído. Correr, reírse y saltar hizo que Anita se sintiera aún más feliz.

Sin embargo, mientras jugaban, la pelota rodó hacia un lugar lleno de arbustos. Marlon se asomó y dijo:

"Yo voy a buscarla, esperame acá, ¿sí?"

Anita, algo inquieta, contestó:

"No, mejor voy yo contigo. ¡Podemos buscarla juntos!"

Ambos se adentraron en la zona de arbustos, donde el sol apenas llegaba a iluminar el suelo. De repente, mientras buscaban, escucharon un ruido extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Anita, con un poco de miedo.

"No sé, pero no te preocupes. ¡Estamos juntos!" - respondió Marlon, animándola a seguir adelante.

Siguieron buscando entre los arbustos, cuando de pronto se encontraron con un pequeño cachorrito perdido que los miraba con ojos grandes y tristes.

"¡Ay, pobrecito!" - exclamó Anita "¿Qué hacemos?"

"Primero, hay que acercarnos despacio y no asustarlo" - sugirió Marlon. Así lo hicieron y poco a poco lograron acercarse al cachorro.

"¡Hola, amigo!" - dijo Anita con voz suave, mientras le tendía la mano. "No te preocupes, estamos aquí para ayudarte."

El cachorro se acercó y movió su cola, como si entendiera que estaba en un lugar seguro. Marlon y Anita decidieron buscar al dueño del perrito.

"Debemos preguntarle a la señora que está en el banco, ella seguro sabe a quién pertenece" - dijo Marlon.

Caminaron hacia ella y le mostraron al pequeño.

"¿Usted ha visto a este cachorro?" - preguntó Anita.

La señora sonrió y dijo:

"Sí, ese es el perrito de mi vecina. ¡Gracias por encontrarlo!"

Anita y Marlon se sintieron felices de haber ayudado. La señora se despidió y siguió su camino, llevando al cachorro a su hogar.

"Qué linda aventura, ¿no?" - dijo Marlon.

"Sí, aunque al principio sentí miedo, ahora me siento muy bien. Cada vez que ayudo a alguien, mi corazón se llena de alegría" - respondió Anita.

"Y yo también. Está bueno ser valiente y ayudar a los demás. Nos hace sentir bien con nosotros mismos" - agregó Marlon.

Y así, mientras regresaban al parque, Anita saltaba de alegría no solo por haber visto a su amigo, sino también por haber hecho algo bueno. Habían vivido una experiencia que les enseñó que la amistad y la valentía pueden llevar a aventuras inesperadas y que un pequeño gesto puede marcar la diferencia en la vida de alguien.

"¿Qué vamos a hacer ahora?" - preguntó Marlon.

"¡Vamos a jugar a la pelota de nuevo!" - exclamó Anita, saltando con energía. Y así, continuaron su día, riendo y disfrutando de la hermosa amistad que compartían.

FIN.

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