El Gran Salto de Chiquito



En un pequeño pueblo de Argentina, había un niño llamado Chiquito. A diferencia de muchos de sus amigos, Chiquito era un poco más bajo y más delgado. Sin embargo, tenía un gran sueño: quería ser el mejor corredor del mundo.

Un día, mientras exploraba el parque, conoció a un niño recién llegado de España, llamado Gonzalo. Gonzalo era alto y ágil, y se notaba que le encantaba correr. Chiquito, emocionado por la llegada de su nuevo amigo, le dijo:

"¡Hola! ¿Te gusta correr?"

Gonzalo sonrió y respondió:

"¡Sí! En España corro mucho. ¿Y vos?"

"También quiero correr como los grandes, pero soy chiquito y creo que no puedo hacerlo bien", dijo Chiquito, un poco desanimado.

"No te preocupes. La altura no importa. ¡Lo que cuenta es el corazón! Vamos a practicar juntos!" Lo retó Gonzalo.

Así fue como comenzaron su aventura de correr. Cada tarde, después de la escuela, se encontraban en el parque. Gonzalo le enseñaba a Chiquito a estirar los músculos y a preparar su mente para las carreras. Un día, decidieron que iban a participar en la competencia local de carreras que se llevaría a cabo en dos semanas.

"Va a ser genial, Chiquito. ¡Podemos ganar juntos!" exclamó Gonzalo.

"Pero... hay otros chicos que corren muy rápido," dudó Chiquito.

"Lo importante es dar lo mejor de nosotros. No se trata solo de ganar, sino de disfrutar el momento!" repuso Gonzalo con una sonrisa.

Pasaron los días y Chiquito entrenó con muchas ganas. Sin embargo, la noche antes de la competencia, se sintió muy nervioso. Miró por la ventana y vio a sus compañeros jugando al fútbol, riendo entre ellos. Eso le hizo pensar:

"Quizás no deba correr. Ellos son más fuertes y grandes. Tal vez no valga la pena intentarlo."

Pero esa misma noche, Gonzalo lo visitó. Se sentó junto a él y le dijo:

"Chiquito, ¿sabías que cuando estoy cansado, las ganas de dejar de correr son muy grandes? Pero es justo ahí cuando tengo que recordarme a mí mismo por qué empecé. Lo haces porque te gusta, porque quieres ser parte. Estés chiquito o grande, todos comenzamos algún día. ¡Solo debes saltar hacia tu meta!"

Esa conversación encendió una chispa en el corazón de Chiquito. Esa noche, se fue a dormir pensando en correr y disfrutar.

El día de la carrera llegó, y el parque estaba colmado de familias y niños entusiastas. Chiquito vio a otros niños, y la duda comenzó a asomarse nuevamente

"No sé si puedo... hasta parecen más rápido que los coches!"

Pero cuando escuchó la voz de Gonzalo desde el otro lado de la línea de salida, con su aliento fuerte y claro

- “¡Recordá, lo haces por diversión! ¡Dale!"

Chiquito sintió un impulso y se alineó junto a los otros corredores.

Al sonar la bocina, todos salieron disparados. Chiquito comenzó a correr; al principio se sintió lento, pero recordó las palabras de su amigo y siguió. Cuando estaba a punto de rendirse, vio a Gonzalo correr a su lado.

"¡No te pares, Chiquito! ¡Vamos juntos!" gritó Gonzalo, impulsándolo hacia adelante.

Juntos, corrieron, saltaron y rieron. La meta se acercaba y, aunque Chiquito no era el primero en llegar, sintió que había ganado. Había superado sus miedos y había disfrutado cada segundo de la carrera.

Cuando cruzaron la meta, avanza a su lado, lo abrazó.

"Lo hiciste, Chiquito, ¡lo hiciste!"

El otro también se emocionó, mientras experimentaba una gran sensación de logro.

"¡Gracias, Gonzalo! ¡No podría haberlo hecho sin vos!"

Desde ese día, Chiquito supo que no importaba si era grande o chiquito, lo importante era el esfuerzo y disfrutar cada paso que daba en el camino. Y así, en aquel pequeño pueblo, se convirtió en un gran ejemplo de perseverancia y compañerismo para todos sus amigos.

FIN.

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