El Gran Salto de Lautaro



Era un soleado día en el barrio de Flor y Lautaro. Los dos amigos, llenos de energía, decidieron ir al parque que estaba cerca de sus casas. Al llegar, se encontraron con un grupo de chicos que estaban organizando un campeonato de saltos. Lautaro, que siempre había sido un poco tímido, se animó a participar, pero había un pequeño problema: sentía que no podía saltar tan alto como los demás.

Flor, al ver cómo Lautaro dudaba, se acercó y le dijo:

"¡Vamos, Lautaro! ¡Podés hacerlo! Solo tenés que intentarlo".

Lautaro miró hacia los demás chicos saltando y se sintió un poco inseguro. Pero la mirada alentadora de Flor lo motivó a dar un paso adelante.

"¿Y si no lo logro?" -preguntó Lautaro, preocupado.

"No importa, lo importante es intentarlo. A veces hay que salir de la zona de confort para descubrir de lo que somos capaces" -respondió Flor, con una sonrisa.

Así que Lautaro se inscribió en el campeonato y empezó a practicar. Cada vez que saltaba, Flor lo animaba gritando:

"¡Saltar alto, Lautaro! ¡Saltar alto!".

El resto de los chicos también comenzaron a apoyarlo, incluso el más alto del grupo, que se hacía llamar ‘Moreno’. A medida que pasaban los días, Lautaro comenzó a mejorar. Aunque algunos saltos eran más altos que otros, lo más valioso era que se sentía más seguro.

Un día, mientras practicaban, Moreno se acercó a Lautaro y le tocó el hombro.

"Oye, Lautaro. Te veo esforzándote y eso es genial. Pero recuerda que lo importante es divertirse. No te presiones tanto".

Ese comentario hizo que Lautaro respirara un poco más tranquilo. La competencia se acercaba y él no quería perderse la diversión. Así que decidió que, sin importar el resultado, disfrutaría del momento.

El día del campeonato llegó. Todos estaban emocionados. Lautaro se sintió nervioso, pero cuando miró a Flor y a Moreno alentándolo desde la línea de salida, su ansiedad se disipó. Cuando fue su turno, se acercó a la marca de salto con determinación.

"¡Voy a saltar alto!" -se dijo a sí mismo.

Tomó impulso, saltó y, ¡sorpresa! Saltó más alto de lo que había imaginado. El público vitoreó y Flor gritó:

"¡Viva Lautaro! ¡Lo lograste!".

Pero la sorpresa no terminó ahí. Cuando Moreno saltó, logró alcanzar una altura impresionante. El grupo terminó celebrando juntos, cada uno con su respectivo salto, y se dieron cuenta de que lo mejor no era ganar, sino haberse apoyado unos a otros durante toda la aventura.

Así, Lautaro comprendió que a veces los miedos pueden detenernos, pero con amigos a nuestro lado, podemos superar cualquier obstáculo y alcanzar nuevas alturas. Desde ese día, Lautaro saltó más alto no solo en el parque, sino también en su vida, lleno de confianza y alegría.

Y así, cada vez que alguien dudaba de sí mismo, Flor y Lautaro recordaban esa jornada mágica en el parque, donde aprendieron que todos podemos lograr cosas sorprendentes si nos apoyamos y creemos en nosotros mismos.

FIN.

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