El Gran Salto de Martín
Martín era un niño muy activo y soñador, a quien le encantaba correr y jugar al fútbol. Pero su mayor pasión era la gimnasia, le encantaba ver a esos atletas realizar acrobacias increíbles en las Olimpíadas. Él siempre se maravillaba al ver cómo se esforzaban y se superaban a sí mismos para lograr sus sueños.
Un día, la maestra de gimnasia del colegio anunció que organizarían una competencia de gimnasia, y que quien deseara participar tendría que esforzarse mucho y practicar duro. Martín, emocionado, decidió que quería participar y ganar la competencia.
- Maestra, ¡yo quiero participar! –exclamó Martín con entusiasmo.
- Claro, Martín. Pero recuerda que para lograrlo, necesitarás mucha disciplina, esfuerzo y perseverancia –le dijo la maestra con una sonrisa.
Así que Martín se propuso entrenar cada día en la escuela y en su casa. Practicaba sus saltos, equilibrios y acrobacias con dedicación y esfuerzo, a pesar de que a veces le costaba. Pero cada vez que se caía, se levantaba con más fuerza y determinación, recordando que los grandes atletas también habían enfrentado dificultades en su camino hacia el éxito.
Martín se sentía emocionado y nervioso el día de la competencia. Había otros niños y niñas muy talentosos, pero él estaba decidido a dar lo mejor de sí mismo. Cuando llegó su turno, Martín respiró hondo y se lanzó a realizar su rutina. Hizo piruetas, equilibrios y saltos, demostrando todo lo que había practicado. A pesar de algunos pequeños errores, Martín nunca se rindió y siguió adelante con una gran sonrisa en su rostro.
Cuando terminó su presentación, todos los presentes lo aplaudieron, y Martín se sentía realmente orgulloso de sí mismo, sin importar el resultado. Después de todas las presentaciones, la maestra anunció los puntajes, y para sorpresa de Martín, ¡había ganado la competencia!
Martín no podía creerlo, estaba emocionado y feliz. Pero sobre todo, se sentía orgulloso por haberse esforzado tanto y nunca haberse dado por vencido. Esa tarde, mientras observaba la puesta de sol, Martín pensó en todos los grandes atletas que había visto en las Olimpíadas, y sintió que, de alguna manera, también era como ellos: había dado su gran salto hacia el éxito.
Desde ese día, Martín siguió practicando gimnasia, con la certeza de que, con esfuerzo y dedicación, podía lograr cualquier cosa que se propusiera.
FIN.