El Gran Salto de Mía y Toby



Era una soleada mañana en la ciudad de Buenos Aires, y en una pequeña casa en un barrio tranquilo vivían Mía, una gata astuta y juguetona, y Toby, un perro amable y un poco torpe. Aunque eran muy diferentes, eran los mejores amigos y compartían muchas aventuras juntos.

Un día, mientras exploraban la cocina, Mía vio algo brillante en la mesa.

"¡Mira, Toby! ¿Ves eso? ¡Es un rayo de sol! ¡Es hermoso!" - exclamó Mía, mientras se acercaba con curiosidad.

"Sí, pero no creo que debamos subir a la mesa. Mamá nos dijo que no lo hagamos. ¡Podríamos meternos en problemas!" - respondió Toby, moviendo su cola nerviosamente.

Mía, siempre llena de energía e ideas, tuvo una gran ocurrencia.

"Toby, ¡tengo una idea! ¿Qué tal si doy un gran salto y llego hasta el rayo de sol? ¡Puede ser una nueva aventura!"

"Pero, ¿cómo vas a saltar eso? Es muy alto, Mía. Además, ¿y si caes?" - se preocupó Toby.

La gata no hizo caso a las preocupaciones de su amigo, y decidió que debía intentarlo. Mía se puso en posición, tomó impulso, y ¡salió disparada en un increíble salto! Con gracia, llegó a la mesa, pero... ¡después de aterrizar, el jarrón de flores que estaba allí se cayó al suelo!"¡Oh no!" - gritó Mía mientras miraba el desastre.

"¿Ves? Te lo dije, Mía. ¡Ahora estamos en problemas!" - lamentó Toby.

Antes de que pudieran hacer algo, escucharon pasos que se acercaban. Era mamá, que al entrar en la cocina exclamó:

"¡Ay, Mía! ¡¿Qué has hecho? ! ¿Y tú, Toby, no la estabas deteniendo?"

"¡Fue una idea de Mía! Yo solo intentaba ser el mejor amigo y avisarle!" - defendió Toby, pero ya era tarde.

Mía se sintió culpable.

"Lo lamento mucho, mamá. Nunca debí hacer ese salto. Solo quería disfrutar del sol..." - dijo con un hilo de voz.

"A veces, las cosas no salen como planeamos. Lo importante es aprender de los errores y recordar que deben respetar las reglas también por su seguridad. Así que, ¿qué les parece si limpiamos juntos?" - sugirió mamá con una sonrisa.

Mía y Toby se miraron un segundo, y aunque todavía se sentían mal, decidieron que lo mejor era ayudar. Juntos, comenzaron a recoger los pedazos del jarrón, mientras mantenían una charla sobre lo que habían aprendido.

"Creo que debí pensar mejor antes de saltar. No solo hice un lío, también hice preocupar a todos" - reflexionó Mía.

"Y yo debería haber sido más firme contigo para que no lo hicieras" - dijo Toby.

Después de un rato, la cocina estaba de nuevo en orden, gracias al esfuerzo de ambos. Mamá los felicitó y les dijo:

"Me alegra verlos trabajar juntos y aprender de sus errores. A veces suceden accidentes, pero siempre podemos arreglar las cosas. ¡Eso es lo que importa!"

"¡Sí, lo prometo! La próxima vez, sería mejor que saltáramos en un lugar seguro, como el jardín" - respondió Mía, asintiendo con la cabeza.

"Y yo estaré a tu lado para ayudarte a buscar el mejor lugar" - añadió Toby, feliz de que todo hubiera salido bien.

Desde ese día, Mía y Toby se volvieron aún más unidos. Aprendieron que en la amistad es fundamental apoyarse y cuidarse mutuamente. Y a su manera, entendieron que las aventuras son mejores cuando se comparten, ¡pero siempre con precaución!

Así, cada vez que veían un rayo de sol en la cocina, sabían que era hora de pensar y planear juntos, dejando atrás los grandes saltos, pero sin dejar de lado la diversión. Y así vivieron, como los mejores amigos, disfrutando de cada pequeña aventura en su hogar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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