El Gran Salto del Mono Miguelito
Había una vez en la selva de Misiones un mono muy especial llamado Miguelito. A diferencia de los otros monos, Miguelito tenía un talento único: ¡podía saltar más alto que las copas de los árboles!
Un día, mientras Miguelito practicaba sus saltos, se encontró con sus amigos el loro Lalo y la tortuga Tina.
"¡Miguelito! ¿Por qué saltas tanto?" - preguntó Lalo mientras se acomodaba sus plumas de colores.
"¡Quiero ser el mejor saltador de la selva!" - respondió Miguelito con entusiasmo. "Un día quiero mostrarle a todos mi gran salto".
"Eso suena genial, pero ten cuidado, no querrás caerte" - advirtió Tina con su voz suave.
Miguelito hizo un gesto con su mano, asegurando que todo iba a salir bien. Pero a medida que pasaron los días, comenzó a sentir que no lo iba a lograr. Un día, mientras estaba en la cima de un árbol alto, se topó con un viejo perezoso llamado Don Pereza.
"¿Qué te pasa, pequeño?" - preguntó Don Pereza, moviendo lentamente su cabeza.
"Quiero hacer un salto increíble, pero tengo miedo de no poder lograrlo" - confesó Miguelito.
Don Pereza sonrió con paciencia.
"Todos tienen miedo, Miguelito. Pero lo más importante es intentarlo. Nunca sabrás de lo que eres capaz si no lo pruebas."
Esa noche, Miguelito pensó mucho en lo que le había dicho Don Pereza. La mañana siguiente decidió que era hora de prepararse. Se levantó muy temprano, estiró sus patitas y empezó a practicar saltos más bajos. Sintió que cada salto que daba le daba más confianza.
Unos días después, organizó un gran evento en la selva para demostrar su talento. Invitó a todos los animales, desde el más pequeño hasta el más grande. El día del evento, todos estaban muy emocionados. Miguelito estaba nervioso, pero al mismo tiempo, se sentía listo.
"¡Bienvenidos, amigos! Hoy voy a hacer el más grande salto de la selva!" - anunció.
Los animales aplaudieron y animaron a Miguelito. A medida que se acercaba al borde del árbol, recordó las palabras de Don Pereza. Respiró hondo y se lanzó al aire.
¡El salto fue increíble! Miguelito voló alto, más alto de lo que jamás había pensado que podría. Pero, mientras estaba en el aire, se dio cuenta de que había un gran nido de aves justo debajo de él. No podía caer sobre eso, ¡sería un desastre!"¡Ay no!" - gritó Miguelito mientras giraba en el aire. Su corazón latía rápidamente, pero en un instante recordó un truco que había aprendido durante sus prácticas: un giro en el aire. Con una agilidad sorprendente, giró y aterrizó suavemente sobre una rama de un árbol cercano.
Todos los animales estallaron en vítores y aplausos.
"¡Bravo, Miguelito! ¡Eres un héroe!" - exclamó Lalo emocionado.
"Sí! Y lo hiciste a pesar del miedo!" - añadió Tina llena de alegría.
Miguelito sonrió, movedizo como siempre, y agradeció a sus amigos.
"Lo más importante es no rendirse. Todos podemos lograr cosas increíbles si creemos en nosotros mismos" - dijo Miguelito.
Desde ese día, Miguelito se convirtió en un ejemplo para todos los animales de la selva. Demostró que con valentía y práctica, podían alcanzar sus sueños, sin importar cuán imposibles parecieran al principio. Y así, seguido de risa y alegría, comenzó una nueva aventura en la selva, preparado para dar más grandes saltos en la vida.
Y colorín, colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.