El Gran Secreto del Lago Encantado




Había una vez, en un lejano valle, un niño muy especial. No le gustaba que le dijeran si era niño o niña, simplemente se sentía cómodo siendo quien era.

Un día, mientras exploraba el valle, descubrió un sendero oculto que lo llevó a un lago misterioso y maravilloso. Al acercarse, el lago comenzó a brillar con destellos de colores mágicos. El niño se adentró en sus aguas cristalinas y se dio cuenta de que no estaba solo.

A su alrededor, seres mágicos con formas de animales lo saludaban con alegría. -Hola, ¿quién eres tú? -preguntó el niño. -Somos los guardianes del lago encantado -respondieron los seres mágicos-. Estamos felices de que hayas encontrado nuestro hogar.

El niño, emocionado, les contó sobre sí mismo, sin etiquetas ni prejuicios. Los guardianes lo acogieron con cariño y lo invitaron a descubrir el gran secreto del lago.

Conforme exploraban, el niño aprendió que el lago tenía la capacidad de mostrar la historia de todas las personas que se habían bañado en él. Pero también descubrió que algunas partes de la historia estaban bloqueadas, impidiendo que las personas recordaran su verdadero valor.

Determinado a ayudar a sus nuevos amigos, el niño decidió desbloquear estas historias escondidas. Con cada historia liberada, las personas que habían olvidado su valía recuperaban su confianza y alegría. El niño comprendió que cada persona, sin importar su género, tiene una historia valiosa y única.

Con el tiempo, el lago encantado se convirtió en un lugar de encuentro donde todos eran bienvenidos, sin importar cómo se identificaran. Las personas, guiadas por las historias liberadas, encontraron la fuerza para aceptarse a sí mismas y a los demás.

El niño, con el amor y la aceptación de sus amigos mágicos, se convirtió en el guardián de las historias del lago, recordando a todos que su valor no depende de las etiquetas que otros pongan sobre ellos.

Y así, el lago encantado se convirtió en un símbolo de diversidad, aceptación y amor, donde cada persona podía ser como realmente era, sin miedo ni prejuicios.

FIN.

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