El Gran Simulacro en el Jardín de Infantes



Era un día soleado en el Jardín de Infantes "Pequeños Valientes". Los niños estaban emocionados porque ese día iban a hacer un simulacro de prevención de desastres naturales. La maestra Mariela les había explicado lo importante que era estar preparados para cualquier situación. Ella sonrió mientras les decía:

"Hoy vamos a aprender a cómo protegernos si llega un terremoto o una inundación. ¡Es un juego pero también algo muy serio!"

Los pequeños asintieron con seriedad, pero también con emoción. Entre risas, Juanito preguntó:

"Pero, ¿vamos a correr de verdad?"

"¡Sí! Pero siguiendo todas las reglas, acordate, cada uno tiene que saber dónde ir", respondió la maestra.

Cuando sonó la alarma, los niños se pusieron en acción inmediatamente. Fanny, que siempre tenía una voz clara, gritó:

"¡Vamos a refugiarnos debajo de las mesas!"

Los chicos se agacharon y se metieron rápidamente. En un santiamén, todos estaban en sus lugares. Fue un momento de silencio y atención. La maestra Mariela los observó con orgullo y aseguró:

"¡Muy bien! Ustedes están haciendo un trabajo increíble. ¡Recuerden que la calma es lo más importante!"

Una vez que la alarma paró, los chicos volvieron a salir de sus refugios.

"¿Lo hicimos bien?" preguntó Nico, con una sonrisa de oreja a oreja.

"¡Excelente! Ahora pasemos a la siguiente parte: la evacuación!" dijo la maestra.

Y así, los niños salieron de la sala, siguiendo las flechas que les mostraban el camino hacia la salida. Cuando llegaron al patio, se dieron cuenta de que todo había salido perfecto.

Luego de finalizar el simulacro, los niños no podían esperar para contarle a sus familias sobre la experiencia. A la salida, les dijeron a sus papás:

"¡Hicimos un simulacro!"

"¡Lo hicimos muy bien!"

"Aprendimos cómo estar a salvo si hay un terremoto!"

Las familias, sorprendidas, les preguntaron más detalles. Fanny, emocionada, tomó la delantera:

"Por primera vez, me sentí como una heroína! Aunque fue un simulacro, sentí que estaba ayudando a todos. ¡Debimos haber visto cómo me escondí debajo de la mesa!"

Los papás, llenos de orgullo, sonreían al escuchar a sus pequeños contar todo lo que habían aprendido. Juanito, que tenía una voz más baja, también quería compartir su momento:

"Yo tenía un poco de miedo, pero al escuchar a Fanny me sentí fuerte. Todos debemos saber qué hacer."

Aunque estaban felices, La maestra Mariela les pidió que no se olvidaran de lo aprendido.

"Recuerden que la prevención es clave. No se trata solo de un simulacro. Pueden aprender más y contarle a los demás. ¡Así todos estarán seguros!"

Decididos a ser portavoces, los niños decidieron crear un pequeño grupo para ir a contar a otros. Al día siguiente, en el colegio, se unieron para hablar sobre lo que habían aprendido:

"¡Todos deben estar listos para actuar si algo sucede!" dijo Nico mientras gesticulaba con sus manos.

"¡Sí! Como nosotros!" respondió Fanny.

Así, los demás niños del jardín comenzaron a practicar también, creando una onda de valentía entre todos.

"¡Podemos hacer más simulacros!" sugirió Juanito.

"Sí, y cada vez mejor!", concluyó Mariela con una sonrisa.

El tiempo pasó y los niños se fueron volviendo expertos en prevención. Le contaban a sus amigos, familiares y hasta a sus vecinos.

"Cada uno de nosotros tiene un papel importante en la seguridad, ¡no olviden practicar!" - decían entusiasmados.

La comunidad comenzó a hacer talleres donde todos participaron y aprendieron unos de otros. Todos, incluidos los papás, comenzaron a hacer del tema una prioridad. Después de varios meses, los niños del jardín organizaban un Gran Día de la Prevención, donde cada familia podía participar.

Y así, un simple simulacro se convirtió en una revolución de conocimiento y valentía. Los niños de "Pequeños Valientes" no solo aprendieron a cuidarse a sí mismos, sino que también enseñaron a otros, haciendo de su comunidad un lugar más seguro para todos. Gloria, la directora del colegio, los felicitó:

"Gracias a ustedes, estamos mejor preparados y somos un ejemplo para los demás. ¡Sigan así!"

Los pequeños, llenos de orgullo, sonrieron y levantaron sus manos al cielo, soñando con ser los héroes de la prevención todos los días. Porque ser valiente, es también aprender a cuidarse y cuidar a los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!