El Gran Sueño de Emiliano
Había una vez un niño llamado Emiliano que vivía en un pequeño pueblo, rodeado de montañas y ríos cristalinos. Cada tarde, se sentaba junto a su abuelo Pedro en el viejo porche de madera, mirando cómo el sol se ocultaba en el horizonte. Emiliano admiraba a los guardias civiles que pasaban por el pueblo, siempre vestidos con su uniforme azul y una gran sonrisa. "Abuelo, ¿sabes? Yo quiero ser guardia civil cuando sea grande", le decía con entusiasmo.
"Eso es un gran sueño, Emiliano. Ser guardia civil significa ayudar a la gente y proteger a todos", respondía su abuelo, acariciándole la cabeza.
Un día, mientras caminaban por el bosque, encontraron a un pequeño perro atrapado entre unas ramas.
"¡Mirá, abuelo! Ese perrito necesita ayuda!", dijo Emiliano, observando con preocupación.
"Vamos a ayudarlo", dijo Pedro. Con cuidado, comenzaron a liberar al cachorro. Cuando finalmente logró escapar, el perrito movió la cola con alegría y se acercó a Emiliano.
"¡Mirá, abuelo! Creo que le gustó que lo ayudáramos", exclamó emocionado.
El abuelo sonrió y dijo:
"Así es, Emiliano. Siempre es importante ayudar a los que lo necesitan, eso es lo que hacen los guardias civiles".
A partir de ese día, Emiliano decidió que quería ayudar a los demás de maneras pequeñas pero significativas. Entonces, comenzó a organizar un grupo con sus amigos del barrio para limpiar el parque y cuidar de los animales abandonados.
"¡Vamos, chicos! Si todos ponemos un poco de nuestra parte, podemos hacer de este lugar un sitio mejor!", los animaba.
Los días pasaron y el grupo creció. Se hacían más grandes en número, y todos se divirtieron mientras hacían del parque un lugar más limpio y agradable. Pero un día, una tormenta muy fuerte azotó su pueblo.
Emiliano y su abuelo habían estado ayudando a otros a resguardarse. Cuando la lluvia pasó, despertaron a la mañana siguiente para encontrar que el campo estaba lleno de ramas y algunos caminos estaban bloqueados.
"Emiliano, hoy vamos a ayudar a destapar los caminos para que la gente pueda ir y volver a sus casas", le dijo su abuelo.
El niño lo miró sorprendido.
"¿Pero abuelo, somos solo nosotros?".
"No, Emiliano. Hoy, todo nuestro grupo se unirá y podremos hacer una gran diferencia".
Cuando llegó al parque, se encontró con sus amigos y juntos comenzaron a trabajar, levantando ramas y despejando el camino. De repente, una anciana del pueblo apareció.
"¡Ayuda! Se me ha caído un árbol en la entrada de mi casa y no puedo salir!", grito desconsolada.
Emiliano, sin pensarlo dos veces, se acercó a ella y dijo:
"No se preocupe, ¡nosotros la ayudamos! Você y su familia no se quedarán encerrados".
Decidieron que el grupo debería dividirse: un grupo iría a ayudar a la anciana y otro seguiría limpiando el parque. Con esfuerzo y determinación, lograron mover el árbol e hicieron que la señora pudiera salir de su casa con una sonrisa en su rostro.
"No saben cuánto se los agradezco, chicos. Eso es lo que haría un verdadero guardia civil", les dijo, con lágrimas de emoción.
Al volver al parque, Emiliano sintió una gran satisfacción. Nació en su corazón un nuevo deseo.
- “Abuelo, creo que ya sé lo que quiero ser cuando sea grande... quiero ser un guardia civil y ayudar a la gente todos los días".
Su abuelo lo abrazó fuertemente.
- “Ah, Emiliano, ya estás en el camino. Puede que no lleves un uniforme, pero hoy demostraste que tienes el corazón de un guardia civil".
Los días siguieron pasando, y mientras Emiliano crecía, nunca olvidó su sueño. Continuó ayudando a los demás en cada oportunidad que tenía, y cada vez que portaba su mochila y una sonrisa, recordaba cómo su abuelo lo guiaba con paciencia y amor.
Finalmente, años después, Emiliano se convirtió en un guardia civil y dedicó su vida a proteger a su comunidad, siempre recordando que las pequeñas acciones de bondad podían cambiar el mundo. Y así, el abuelo y el nieto cumplieron su sueño juntos, por siempre unidos por el amor a ayudar a los demás.
FIN.