El Gran Sueño de Jordan
Había una vez en un tranquilo suburbio de Ohio, un chico de 15 años llamado Jordan. Su mayor pasión en la vida era jugar al baloncesto. Siempre llevaba su camiseta de los Cavaliers y un balón bajo el brazo. Jordan pasaba horas en la cancha del parque cercano, lanzando tiros y soñando con convertirse en un gran jugador profesional.
Un día, mientras practicaba dribles y tiros libres, se le acercó su amigo Alex, que también amaba el deporte.
"¿Qué onda, Jordan?" - preguntó Alex mientras se sentaba en el borde de la cancha.
"¡Hola, Alex! Estoy tratando de mejorar mi tiro. Quiero salir en el equipo de la escuela este año" - respondió Jordan, con una sonrisa llena de entusiasmo.
"¿Sabías que hay un torneo de baloncesto en la ciudad el próximo mes?" - dijo Alex, emocionado.
"¡No, no lo sabía! ¿Dónde y cuándo?" - inquirió Jordan, con los ojos bien abiertos.
"Será en el gimnasio de la escuela secundaria. Equipos de todo Ohio participarán. ¡Deberíamos inscribirnos!" - sugirió Alex.
"¡Eso suena increíble! Vamos a hacerlo" - confirmó Jordan, sintiendo que su corazón latía más rápido por la emoción.
Los dos amigos comenzaron a entrenar juntos todos los días. Pasaban horas practicando dribles, lanzamientos y jugadas. Pero un día, mientras practicaban, ocurrió un giro inesperado. Jordan se tropezó con el balón y cayó al suelo. El dolor le recorrió la pierna, y aunque intentó levantarse, lo hizo con dificultad.
"¿Estás bien, Jordan?" - preguntó Alex con preocupación.
"Aaaah, creo que me torcí el tobillo..." - respondió Jordan, mientras se recostaba en el suelo.
Durante los días siguientes, Jordan no pudo practicar y se sentía frustrado. Se preguntaba si podría recuperarse a tiempo para el torneo. Su madre, al ver su angustia, lo motivó:
"Jordan, recuerda que a veces las cosas no salen como uno quiere. Pero eso no significa que no puedas lograrlo. Descansa, y cuando te sientas mejor, vuelve a la cancha".
A medida que pasaban los días, Jordan se dedicó a aprender nuevas tácticas de baloncesto. Miraba videos en línea de sus jugadores favoritos, anotaba estrategias y motivaciones. Después de una semana, se sintió listo para volver a jugar.
"¡Estoy de vuelta!" - exclamó Jordan al encontrarse con Alex en la cancha, quien se había preocupado por su amigo.
"¡Eso es! Vamos a entrenar más duro que nunca" - alentó Alex, entusiasmado.
Con cada entrenamiento, Jordan mejoraba su juego, y aunque faltaba poco para el torneo, sentía que iba a dar lo mejor de sí. Finalmente llegó el gran día. El gimnasio estaba lleno de gente y el ambiente era electrizante. Jordan y Alex estaban nerviosos, pero llenos de determinación.
El equipo de Jordan avanzó en el torneo. Todo estaba listo para la final; el equipo contrario había demostrado ser muy fuerte. En los últimos minutos del partido, el marcador estaba empatado. El entrenador de Jordan les dio una última charla:
"Chicos, confíen en lo que han practicado. No se olviden de disfrutar el juego. ¡Vamos a darlo todo!".
En el último segundo de juego, la pelota llegó a Jordan. Miró hacia el aro, soltó el balón y este hizo un arco perfecto antes de entrar en la red. ¡PUM! El sonido del balón resonó en el gimnasio y el grito de alegría estalló en el aire.
"¡Lo hicimos! ¡Ganamos!" - gritó Alex mientras todos abrazaban a Jordan.
"Sí, nunca dejé de creer. Gracias por estar a mi lado, Alex" - respondió Jordan, con lágrimas de alegría.
La victoria no sólo había sido por el partido, sino también por todo lo que habían aprendido en el camino: trabajo en equipo, resiliencia y, sobre todo, disfrutar del juego. Nunca olvidaron aquel torneo y se prometieron seguir soñando en grande, y, por qué no, llegar a la NBA algún día.
Y así, Jordan continuó su camino en el baloncesto, con la certeza de que, sin importar los obstáculos, siempre podría superar cualquier adversidad con esfuerzo y dedicación.
FIN.