El Gran Sueño de Lucas



Era un soleado día en el barrio de Villa Alegre, donde el pequeño Lucas, un niño de 5 años, soñaba con ser el mejor jugador de fútbol del mundo. Desde que vio a su papá jugar en la plaza, su corazón latía más fuerte cada vez que pensaba en hacer un gol.

Un sábado por la mañana, Lucas salió con su pelota nueva de fútbol que había recibido de regalo por su cumpleaños. "¡Mirá, mamá! ¡Tengo una pelota nueva!"- gritó emocionado.

"¡Qué bien, Lucas! ¡A jugar!"- respondió su mamá, sonriendo.

Lucas fue rápidamente a la plaza donde siempre jugaban sus amigos. Al llegar, vio a sus vecinos, Juan y Ana, que ya estaban jugando.

"¡Hola, Lucas! Vamos a hacer un partido de fútbol. ¿Te querés sumar?"- preguntó Juan.

"Sí, claro!"- contestó Lucas saltando de felicidad.

Empezaron a jugar, pero pronto Lucas se dio cuenta de que los otros eran más grandes y corrían más rápido. Cada vez que intentaba pasar la pelota, se la quitaban fácilmente. Frustrado, se sentó en el borde de la cancha. "No puedo, nunca voy a ser tan bueno como ellos..."- se lamentaba.

Ana se acercó y le dijo: "No te desanimes, Lucas. Todos empezamos de a poco. ¡Mirá! A mí también me cuesta a veces. Lo importante es practicar y divertirse!"-

Lucas reflexionó. "Tal vez tenga que practicar más..."- pensó. En ese momento, un perro apareció corriendo y se llevó la pelota de Lucas.

"¡Oh no! ¡Mi pelota!"- gritó Lucas.

Juan se rió y dijo: "No te preocupes, Lucas. ¡Yo voy a ayudar!"- y comenzó a correr detrás del perro.

Al poco tiempo, Juan atrapó al perro y le devolvió la pelota a Lucas. "Mirá, ¡esto es parte de jugar! Hay que saber compartir y ayudarse entre todos."-

Lucas sonrió y se sintió mejor. Volvieron al juego, y esta vez, decidió que iba a intentar hacer un pase, aunque le diera miedo. Cuando tuvo la oportunidad, le pasó la pelota a Ana.

"¡Bien hecho, Lucas! ¡Buen pase!"- le festejó Ana.

Lucas se llenó de confianza y comenzó a correr más. Hizo algunas jugadas y, aunque no hizo ningún gol, se sintió feliz de jugar con sus amigos.

Pasaron los días y Lucas practicó todos los días en la plaza. Con el tiempo, comenzó a mejorar. Entonces, decidió que quería participar en el torneo de fútbol infantil que había organizado el centro comunitario. Con nervios, se lo comentó a su mamá.

"Mamá, quiero inscribirme en el torneo de fútbol!"- le dijo.

"¡Qué emocionante, Lucas! Estoy segura de que lo harás genial. ¡Vamos a inscribirte!"-

El día del torneo estaba lleno de niños y familias animando. Lucas temblaba de nervios, pero recordó las palabras de Ana: "Lo importante es divertirse"-. Aunque su equipo no ganó, Lucas hizo su primer gol, algo que jamás olvidaría. Estaba radiante.

Al final del día, Juan se acercó a él: "¡Felicitaciones, Lucas! ¡Hiciste un gol! ¡Sos un crack!"-

"No lo hubiera logrado sin la ayuda de todos ustedes. Cada vez que me caía, siempre estaban ahí para levantarnos. ¡Gracias!"- dijo Lucas, con los ojos brillando de alegría.

Desde ese día, Lucas aprendió que el fútbol no solo se trataba de ganar, sino de la diversión, la amistad y el trabajo en equipo. Y así, cada vez que jugaba, sonreía, ya que su sueño seguía vivo, y lo estaba construyendo, paso a paso, junto a sus amigos.

Y así, Lucas jugó, aprendió y creció, siempre con la esperanza de ser el mejor jugador de fútbol del mundo. Aunque sabía que lo más importante era disfrutar del juego y compartir grandes momentos con sus amigos.

Fin.

FIN.

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