El Gran Sueño de Nico
En un barrio lleno de vida y entusiasmo, vivía un niño llamado Nico. Era un apasionado del béisbol, y cada tarde, después de la escuela, se reunía con sus amigos en un parque cercano para jugar y soñar con ser un gran jugador como sus ídolos. Sin embargo, había un pequeño problema: Nico tenía un brazo que a veces le fallaba y no podía lanzar la pelota con la fuerza que él deseaba.
Un día, mientras estaban en el parque, Nico se encontró a su amigo Lucas, quien lo vio un poco triste mientras miraba a sus amigos jugar.
"¿Qué te pasa, Nico?" - preguntó Lucas.
"No puedo lanzar la pelota como quiero, a veces me duele el brazo y me frustra no poder ser tan bueno como ustedes" - respondió Nico con una voz apagada.
Lucas, siempre optimista, le dijo:
"¡No te preocupes! Todos tenemos algo que nos cuesta. Pero eso no significa que no puedas divertirte y mejorar. ¿Por qué no intentamos entrenar juntos?"
Animado por la idea de su amigo, Nico aceptó. Al día siguiente, ellos dos se reunieron en el parque, listos para practicar. Se pusieron metas: lanzar la pelota un poco más lejos cada día. Y así, entre risas y caídas, se entrenaron con constancia. Nico, además, aprendió a confiar en su brazo, preocupándose menos por la perfección y más por disfrutar el juego.
Unos días después, llegó el gran día de la competencia de béisbol del barrio. Todos estaban emocionados, y Nico sintió un pequeño nudo en el estómago. Pero, apoyado por Lucas y el resto de sus amigos, se armó de valor.
"¡Voy a dar lo mejor de mí!" - se dijo a sí mismo.
Cuando comenzó el partido, el ambiente era eléctrico. Cada vez que Nico tenía la oportunidad de batear o lanzar, el aliento de sus amigos resonaba en su cabeza: "¡Tú puedes, Nico!". Al terminar el primer inning, el equipo contrario estaba ganando, pero Nico no se desmotivó. Siguió concentrado, y al llegar su turno al bate, cerró los ojos y pensó en todo el entrenamiento que había tenido. Luego, con todas sus fuerzas, conectó la pelota y corrió a primera base.
"¡Eso es, Nico!" - gritaron sus amigos.
Las cosas fueron cambiando para su equipo, que comenzó a recuperar la confianza. Sin embargo, en un momento crucial, el pitcher del equipo contrario lanzó una bola rápida y Nico se falló. Se sintió desalentado por un instante.
"Todo el esfuerzo valió la pena, lo intenté, ¿verdad?" - se dijo a sí mismo. Y así, respirando hondo, continuó.
Finalmente, en la última entrada, el marcador estaba empatado. Era el último turno para su equipo. Nico se encontraba nuevamente en el plato. A su alrededor, sus amigos lo miraban con confianza, y eso le dio fuerzas. En el primer lanzamiento, falló de nuevo. Pero en lugar de desanimarse, pensó en lo lejos que había llegado y que no estaba solo. En el segundo lanzamiento, hizo contacto con la pelota, y esta fue directa al campo. Corrió rápidamente hacia la primera base, hacia la segunda, y quería más.
Mientras corría, llegó a tercera base y vio cómo su compañero de equipo se acercaba al home. Con el aliento entrecortado y una sonrisa enorme, llegó a la base.
"¡He hecho un carrerón! ¡Lo logré!" - gritó Nico emocionado.
El aplauso de sus amigos resonaba a su alrededor. Su equipo terminó ganando por un punto, pero lo más importante fue que Nico aprendió que, aunque su brazo tuviese limitaciones, el esfuerzo y la determinación importaban más.
Después del partido, se subió al autobús con Lucas y sus amigos, riendo y contando anécdotas del juego.
"¿Vieron? Si uno se esfuerza y aprende a no rendirse, puede lograr cosas increíbles" - dijo Nico, sonriendo mientras su brazo cansado comenzaba a descansar.
Esa tarde, Nico no solo había jugado béisbol; también aprendió una lección valiosa sobre la amistad, la perseverancia, y como, a veces, los sueños pueden cumplirse si uno se lo propone con todo el corazón.
FIN.