El Gran Sueño de Sergio Biel
Érase una vez en un pequeño pueblo argentino llamado Los Altos, donde los niños soñaban con ser grandes deportistas. Entre ellos, había un chico llamado Sergio Biel, un apasionado del baloncesto que siempre llevaba una pelota bajo el brazo.
Desde muy pequeño, Sergio soñaba con jugar en la selección nacional de básquet. Pasaba horas en el parque, lanzando a canasta, imitando a sus ídolos. Pero había algo que le preocupaba: no era muy bueno comparado con los chicos más grandes del barrio.
Una tarde, mientras practicaba, se le acercó un viejo con barba blanca y gorra.
- “¿Tú eres Sergio, el del baloncesto? ” - dijo el viejo con una sonrisa.
- “Sí, ese soy yo. Pero no soy tan bueno…” - respondió Sergio con tristeza.
- “¡No dejes que eso te desanime! Todos los grandes jugadores empezaron desde abajo. Yo solía ver a los más grandes jugar y me inspiraban. ¿Alguna vez has visto a tu ídolo jugar? ” - preguntó el viejo.
- “Sí, lo veo en la tele, ¡es increíble! ” - exclamó Sergio.
- “Entonces sal a jugar y nunca dejes de intentarlo. Si te caes, levántate y sigue, eso es lo que importa” - aconsejó el viejo, mientras se alejaba.
Sergio decidió que quería mejorar. Empacó su mochila y fue a la cancha todos los días. Practicó sus tiros, dribles y jugadas. Sin embargo, un día mientras jugaba con sus amigos, se resbaló y cayó al suelo.
- “¡Sergio, ¿estás bien? ” - gritó uno de sus amigos.
- “Sí, solo me dolió un poco. ¡Pero puedo seguir! ” - dijo Sergio tratando de levantarse.
A pesar del dolor, no se dio por vencido y continuó entrenando. Un día, un exjugador profesional que estaba de visita vio a Sergio entrenar. Decidió acercarse.
- “Hola, chico. Vi cómo practicaste hoy, tienes potencial. ¿Te gustaría que te enseñe algunos trucos? ” - preguntó el exjugador.
- “¡Sí, por favor! ” - respondió Sergio emocionado.
Los días pasaron y Sergio aprendió mucho del exjugador. Con cada lección, su juego mejoraba y también comenzó a ganar confianza. Se unió a un pequeño club de baloncesto en su pueblo, donde conoció a nuevos amigos.
- “¡Buen trabajo, Sergio! Eres cada vez mejor. ¿Te imaginas jugando en el equipo nacional? ” - le dijo su nueva amiga, Ana.
- “Es mi sueño, pero aún tengo que mejorar mucho” - respondió él modesto.
El día del torneo local se acercaba, y Sergio estaba nervioso. Sabía que muchos chicos talentosos competirían por el primer lugar.
- “Recuerda, Sergio. No se trata solo de ganar. También es disfrutar del juego y dar lo mejor de vos” - le dijo su entrenador.
- “Tienes razón. ¡Voy a disfrutarlo! ” - dijo Sergio sonriendo.
Finalmente llegó el día del torneo. Sergio jugó con todas sus fuerzas y con cada canasta, sentía que se acercaba a su sueño. Desde las gradas, el viejo de la gorra lo observaba con una sonrisa.
En la final, el marcador estaba empatado y quedaba poco tiempo. Sergio recibió el balón, miró la canasta y recordó las palabras del viejo.
- “¡Vamos, Sergio, puedes hacerlo! ” - se animó Ana desde la línea de banda.
Con determinación, corrió hacia la canasta y lanzó el balón. ¡Swoosh! La pelota entró limpiamente en el aro.
- “¡Lo lograste, Sergio! ” - gritó su equipo, mientras él saltaba de alegría.
Cuando el torneo terminó, no solo ganó la medalla, sino también el respeto de sus compañeros y entrenadores. El viejo se acercó después del partido.
- “Lo hiciste, Sergio. Nunca olvides que lo más importante es seguir tus sueños y esforzarte. ¡Estoy orgulloso de ti! ” - le dijo con una sonrisa.
Sergio aprendió que la perseverancia, el esfuerzo y la amistad son la clave para alcanzar cualquier meta. Y así, con la cabeza en alto y el corazón lleno, continuó trabajando en su pasión por el baloncesto, dejando que el sueño de jugar en la selección se acercara cada día más.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.