El Gran Susto en la Panadería
En un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y montañas altas, había una panadería famosa por su delicioso pan. Era un lugar mágico donde los aromas de la harina y el azúcar llenaban el aire, y los niños siempre soñaban con probar los pasteles que ahí se horneaban. Un día, mientras los niños jugaban en la plaza, el cielo se oscureció y comenzó a llover a cántaros.
Los niños, emocionados por la lluvia, se juntaron debajo de un gran árbol. Sin embargo, una fuerte ráfaga de viento hizo volar algunas hojas y uno de ellos, Tomás, exclamó:
"¡Ay! ¡Me parece que viene una tormenta terrible!"
María, su mejor amiga, respondió:
"No te preocupes, Tomás, ¡solo es lluvia! Vamos a la panadería a refugiarnos, allí siempre hay un aroma rico y nos darán algo de comer."
Los niños corrieron bajo la lluvia hacia la panadería de Doña Rosa, una amable anciana que siempre les ofrecía galletas y cuentos. Cuando llegaron, la puerta de la panadería estaba entreabierta. Al entrar, algo los sorprendió: un gran perrito negro estaba sentado en el umbral.
"¿Qué hace este perrito aquí?" preguntó Valentina, mirando al animal con curiosidad.
"Parece asustado, vamos a ayudarlo" sugirió Lucas, quien siempre tenía un gran corazón.
Los niños se acercaron con cuidado al perrito, que temblaba un poco por el frío. María se agachó y dijo:
"No te preocupes, amigo, estamos aquí para ayudarte. ¿Querés entrar en la panadería?"
Con un movimiento de su cola, el perrito parecía aceptar la invitación. Doña Rosa, al verlos entrar con el perrito, sonrió y dijo:
"¡Hola, pequeños! ¿Trajeron un nuevo amigo?"
"Sí, Doña Rosa, lo encontramos afuera. Está temblando de frío."
Doña Rosa rápidamente les ofreció una mantita y un plato con agua. Mientras el perro se acomodaba, ella llevó a los niños a la cocina y les mostró cómo hacía su famoso pan.
"Hoy, mientras llueve y se oye el trueno, haremos un pan especial para nuestro nuevo amigo" propuso sonriendo.
Los niños aplaudieron y corrieron a lavarse las manos. Bajo la atenta mirada de Doña Rosa, comenzaron a mezclar la harina, la levadura, el agua y la sal, mientras reían y compartían historias aterradoras de tormentas pasadas.
"Una vez, me pasó una cosa espeluznante" empezó Tomás.
"¿Qué pasó?" preguntó Valentina, intrigada.
"Estaba de camping y..."
La historia de Tomás fue tan interesante que todos se olvidaron un poco del sonido de la lluvia que caía fuerte. Después de un rato, el pan estaba en el horno, y el aroma que salía era irresistible.
"¿Cómo se llama el perrito?" preguntó Lucas, frunciendo el ceño.
"No lo sé, deberíamos ponerle un nombre" dijo María.
"¿Y si le llamamos 'Pancho'?" sugirió Valentina.
"¡Me encanta!" exclamó Lucas.
Justo en ese momento, se escuchó un trueno muy fuerte que hizo temblar la panadería. Todos saltaron del susto, pero cuando vieron a Pancho, se dieron cuenta de que él estaba todavía más asustado.
"No hay de qué preocuparse, Pancho, estamos juntos y eso es lo que importa" dijo Lucas, acariciándole la cabecita.
Finalmente, el pan salió del horno dorado y crujiente. Doña Rosa cortó un trozo y lo ofreció a los niños junto a un trozo para Pancho. Todos disfrutaron del delicioso pan recién horneado mientras contaban historias de aventuras, riendo y compartiendo.
Al poco tiempo, la tormenta pasó, el sol salió y un hermoso arco iris apareció en el cielo. Los niños decidieron llevar a Pancho a su casa.
"¡Hoy fue un día sensacional!" dijo Valentina.
"Sí, gracias a la lluvia, ¡encontramos a Pancho y horneamos el mejor pan del mundo!" concluyó Tomás emocionado.
Y así, bajo el brillo del arco iris, los cinco amigos se fueron a casa, sabiendo que cada lluvia trae consigo nuevas aventuras y la posibilidad de compartir momentos especiales con quienes amas.
FIN.