El Gran Taller de la Amistad
Había una vez, en una oficina ubicada en el corazón de la ciudad de Buenos Aires, un grupo de trabajadores que se dedicaba a crear las mejores cartas y folletos de marketing. La oficina, llena de risas y buenos momentos, estaba compuesta por Paula, la diseñadora; Martín, el escritor; y Carla, la encargada de ventas. Sin embargo, en los últimos tiempos, algo había cambiado. La risa había disminuido y las discusiones empezaron a ser comunes.
Una mañana, mientras Paula y Martín discutían sobre los colores de un diseño, Carla entró con su taza de café.
"¿Por qué están tan alterados?" preguntó Carla, frunciendo el ceño.
"¡Martín quiere que todo sea azul y yo digo que necesitamos más colores!" exclamó Paula.
"Es que el azul transmite confianza, Paula, ¡no podemos usar cualquier color!" contestó Martín, levantando la voz.
Carla suspiró y decidió tomar acción. En lugar de unirse a la pelea, se le ocurrió algo. ¿Y si organizaban un Taller de la Amistad para solucionar todos esos problemas?"Escuchen, ¿qué les parece si hacemos un Taller de la Amistad?" propuso Carla.
"¿Qué es eso?" preguntó Paula, algo escéptica.
"Es simple. Nos tomamos un día para hablar y hacer actividades divertidas. Así podremos entendernos mejor y dejar de discutir."
Por un momento, los dos se miraron y asintieron con la cabeza.
"Está bien, hagámoslo" dijeron al unísono.
Prepararon el taller para el viernes. El día llegó y la oficina estaba decorada con globos de colores y dibujos que los tres habían creado juntos. Comenzaron con una dinámica para conocerse mejor. Cada uno compartió un dato curioso sobre sí mismo.
"Yo sé hacer origami" dijo Paula mientras hacía un hermoso pájaro de papel.
"Yo puedo escribir una historia improvisada en menos de cinco minutos" agregó Martín, emocionado.
"Y yo puedo bailar salsa" hizo Carla, moviendo las caderas.
Cada uno rió y siguieron compartiendo sus habilidades, pero al llegar a la parte de resolver conflictos, las cosas se pusieron tensas de nuevo. Paula y Martín comenzaron a discutir sobre el color de un folleto.
"Necesitamos hablar una vez más sobre esto. El color es importante", dijo Martín.
"Pero yo creo que el diseño también cuenta. ¡Necesitamos combinar los colores!" respondió Paula, exasperada.
Carla rápidamente intervino.
"Esperen, esperen. Hagamos un ejercicio: cada uno dibuja su versión del folleto y en 10 minutos las mostramos. Luego elegimos el mejor. Suena justo, ¿no?"
La sugerencia dio resultado. Al mostrar los dibujos, se dieron cuenta de que si unían las mejores ideas de cada uno, el folleto se vería mucho mejor.
"¡Miren cómo queda cuando combinamos nuestras ideas!" exclamó Carla, emocionada.
"¡Sí! Ahora veo que mis ideas son mejores cuando escucho las de Paula!" dijo Martín, sonriendo.
Paulina asintió, contenta por la resolución.
"Y mis diseños son más dinámicos gracias a lo que dijiste sobre el azul, Martín" agregó.
Ese día, el Taller de la Amistad no solo ayudó a resolver conflictos, sino que también reavivó las risas y la camaradería entre ellos. Al finalizar la jornada, se dieron cuenta de que, aunque pensaban diferente, juntos podían crear cosas maravillosas.
"Vamos a hacer esto cada mes!" propuso Carla.
"Sí, ¡seremos el mejor equipo gracias a nuestras diferencias!" exclamó Martín.
"Y a nuestra amistad" concluyó Paula, mientras todos sonreían.
Desde ese día, en la oficina siempre había un espacio para compartir, aprender y crecer juntos. Y aunque a veces surgían desacuerdos, todos sabían que podían resolverlos trabajando como un verdadero equipo.
FIN.