El Gran Tesoro de la Playa
Era un hermoso día de verano y Guilme, junto a su esposa María Elena, decidió ir a la playa. El sol brillaba en el cielo y las olas del mar susurraban melodías refrescantes. "-¡Qué lindo día! No hay nada mejor que disfrutar de la playa!" dijo Guilme emocionado. "Sí, y tengo ganas de construir un castillo de arena gigante!" respondió María Elena con una sonrisa.
Al llegar, se encontraron con sus cuñados, José y Luz Mery, quienes ya estaban acomodando sus cosas sobre la arena. "¡Hola, chicos! ¡Hoy vamos a divertirnos!" exclamó Luz Mery, mientras hacía volteretas en la arena. "¿Qué planean hacer?" preguntó José, estirándose en su toalla.
Guilme propuso una búsqueda del tesoro. "¿Qué les parece si buscamos algo especial en la playa?" "¡Me encanta la idea!" gritó María Elena. Así que los cuatro comenzaron a explorar.
Mientras escarbaban en la arena, Guilme sintió algo duro. "¡Eh! ¿Qué será esto?" grito. Al quitar la arena, descubrió un viejo cofre. Todos se acercaron rápidamente, y con esfuerzo, lograron abrirlo. Para su sorpresa, el cofre estaba lleno de collares, monedas y aretes brillantes. "¡Es un tesoro!" se asombró Luz Mery. "¡Increíble!" agregó José.
"Vamos a contarlo a todos" dijo María Elena emocionada, "pero primero, debemos asegurarnos de que esto le pertenece a alguien!".
Guilme, que siempre había sido muy justo y honesto, pensó que lo mejor sería buscar al dueño del tesoro. Así que decidieron ir a la oficina de la playa donde se encontraban los objetos perdidos.
Cuando llegaron, explicaron la situación al encargado. "Encontramos este tesoro enterrado en la arena. Queremos que regrese a su dueño si alguien lo ha perdido". El encargado sonrió y les dijo: "Este tesoro pertenece a un artista local que lo había perdido hace años. ¡Seguro que estará muy agradecido!".
Después de unos minutos, el artista llegó al lugar. "¡Mis joyas! No puedo creer que las hayan encontrado!" dijo con lágrimas en los ojos. "Gracias, gracias, gracias!" repitió, mientras abrazaba a Guilme y a María Elena.
A cambio de su honestidad, el artista les ofreció un collar para cada uno. "Este es un símbolo de amistad y generosidad", les dijo mientras les entregaba los collares. "Siempre recuerden que lo más importante no es el tesoro en sí, sino la bondad en el corazón".
De regreso a la playa, los cuatro amigos se sintieron felices por lo que habían hecho. "Hoy encontramos mucho más que un tesoro", dijo Luz Mery. "Sí, encontramos la felicidad de ayudar a otros", agregó José.
Así que, mientras atardecía y las olas seguían rompiendo en la orilla, Guilme, María Elena, José y Luz Mery disfrutaron del momento, sintiéndose contentos por haberse portado bien. El día terminó con risas y juego, sabiendo que la verdadera riqueza se encuentra en los actos de bondad.
Y así, el verano terminó, pero la historia del gran tesoro de la playa y la bondad de Guilme y su familia quedó grabada en sus corazones para siempre.
FIN.