El gran tomate solidario



Había una vez una niña llamada Nahiara, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos techos rojos. Nahiara era muy curiosa y siempre llevaba consigo su mochila llena de libros y lápices.

Un día, mientras caminaba por el pueblo, Nahiara vio a lo lejos un huerto lleno de tomates jugosos y coloridos. La niña se acercó emocionada y decidió llevar uno en su mochila para mostrárselo a su abuela.

De camino a casa, Nahiara encontró a sus amigos Tomás y Martina jugando en el parque.

Al ver la mochila abultada, Martina preguntó: "Nahiara, ¿qué tienes ahí?"Con una sonrisa traviesa, Nahiara sacó el tomate de su mochila y exclamó: "¡Miren este tomate tan grande y sabroso! Lo encontré en el huerto". Tomás se rió y dijo: "¿Qué vas a hacer con ese tomate? No puedes comértelo así nomás". Nahiara pensó por un momento y respondió: "Tienes razón, Tomás.

Pero tal vez podemos usarlo para ayudar a alguien". Los tres amigos se pusieron a pensar cómo podrían utilizar ese gran tomate para hacer algo bueno. Fue entonces cuando recordaron que había una feria benéfica en el pueblo al día siguiente.

Decidieron llevar el tomate allí e intentar intercambiarlo por algo valioso que pudieran donar. Así que al día siguiente, los tres amigos fueron juntos a la feria con su gran tomate. Al llegar, buscaron a alguien que pudiera intercambiar el tomate por algo útil.

Encontraron un puesto de herramientas y se acercaron al dueño. "Hola, señor. Tenemos este tomate gigante y nos gustaría intercambiarlo por algunas herramientas para donar a los niños del hospital", dijo Nahiara con entusiasmo.

El dueño del puesto se sorprendió al ver el tomate y aceptó la propuesta. Les dio varias herramientas nuevas y les deseó suerte en su noble misión.

Los tres amigos estaban felices con las herramientas que habían obtenido, pero aún tenían un largo camino por recorrer para llegar al hospital. Mientras caminaban hacia allí, encontraron una casa en construcción donde había obreros trabajando en el techo. Los obreros parecían tener problemas para terminar su trabajo debido a la falta de herramientas adecuadas.

Nahiara recordó las palabras del dueño del puesto de herramientas: "Les deseó suerte". Así que decidió acercarse a los obreros y ofrecerles las herramientas que habían conseguido.

"¡Hola! Hemos traído estas herramientas para ayudarlos con su trabajo", exclamó Nahiara emocionada. Los obreros quedaron sorprendidos y agradecidos por la generosidad de los niños. Juntos, lograron terminar el techo antes de lo esperado, dejando a todos muy contentos.

Al finalizar su tarea, los obreros le dieron a Nahiara, Tomás y Martina una medalla como reconocimiento por su ayuda desinteresada. Los tres amigos sonrieron orgullosos mientras colgaban sus medallas en sus cuellos.

Aquella experiencia les enseñó a Nahiara, Tomás y Martina que siempre hay una forma de ayudar a los demás, incluso con algo tan simple como un tomate. Y desde aquel día, se convirtieron en un equipo inseparable que buscaba oportunidades para hacer el bien en su comunidad.

Y así, la historia de Nahiara y su mochila llena de sueños y aventuras inspiró a muchos otros niños a seguir sus pasos y encontrar formas creativas de ayudar a los demás.

FIN.

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