El Gran Torneo de los Deportes Divertidos
Era un día soleado en el pueblito de Valle Alegre. Los niños del barrio estaban muy emocionados porque ese fin de semana se llevaría a cabo el Gran Torneo de los Deportes Divertidos. Los deportes destacados eran hockey, gimnasia, fútbol y handball. Todos los niños querían participar, y cada uno de ellos tenía su propio talento.
Lucía, una Chica Ágil, era la mejor en gimnasia. "Voy a deslumbrar a todos con mis piruetas y saltos"-, decía con una gran sonrisa. Por otro lado, Mateo, el rey del fútbol del barrio, aseguraba que su equipo ganaría. "¡Nadie puede parar mi tiro!"- afirmaba mientras hacía disparos a una meta improvisada.
En la misma cuadra, Malena, la fan de los deportes de equipo, estaba organizando su grupo de handball. "Chicos, vayamos a entrenar! Juntos podemos hacer cosas increíbles"-, animaba, mientras les mostraba algunas técnicas a sus amigos.
Y no muy lejos, Nicolás, quien siempre llevaba su palo de hockey a todos lados, decía:"Con mis habilidades, seré el goleador del torneo"-, mientras hacía malabares con la bocha.
A medida que se acercaba el torneo, los niños estaban nerviosos y no dejaban de practicar. Un día, mientras todos se entrenaban, escucharon un fuerte estruendo. Cuando miraron hacia el cielo, vieron una nube oscura que empezaba a cubrir el Sol.
"¿Qué es eso?"- preguntó Lucía, asombrada.
"Parece una tormenta, pero no puede arruinar nuestro torneo"- dijo Mateo, con determinación.
"¡Exacto!"- añadió Malena. "Debemos trabajar juntos y encontrar una solución. ¡No podemos dejar que la lluvia nos detenga!"-
Los amigos se reunieron y discutieron muchas ideas. Finalmente, Nicolás sugirió que hicieran el torneo en el gimnasio del colegio. "Así estaremos a cubierto y podremos disfrutar de todos los deportes"- propuso.
Todos estuvieron de acuerdo y rápidamente se pusieron en movimiento. Cada uno de los deportes se adaptaría a espacios dentro del gimnasio. Había un área para gimnasia, una cancha de fútbol, espacio para handball y hasta una zona para hockey.
El día del torneo llegó y la emoción estaba al máximo. El gimnasio estaba decorado con colores brillantes, banderines y los equipos se habían preparado con camisetas pintadas a mano. Mientras los padres y amigos se acomodaban para ver los partidos, los niños se sentían emocionados pero también nerviosos.
"Recuerden, lo importante no es ganar, sino disfrutar y hacer nuevos amigos"- recordó Malena antes de que comenzara la primera competencia. Todos asintieron, comprendiendo que la diversión sería la clave del evento.
Durante el torneo, los niños sorprendieron a todos con sus talentos. Lucía brilló con sus acrobacias, Mateo deleitó al público con sus goles, Nicolás hizo jugadas impresionantes y Malena lideró su equipo con gran estrategia. La alegría reinaba y todos se apoyaban mutuamente, gritando y aplaudiendo.
Al finalizar el torneo, el jurado decidió otorgar un premio especial al equipo que mejor había trabajado en conjunto. "Este premio es para el equipo de handball, por su enorme espíritu de equipo y compañerismo"- anunció el jurado.
Malena, emocionada, tomó el trofeo y lo levantó en alto."¡Esto es para todos! Cada uno de nosotros mostró lo que sabe hacer, pero lo más importante es que aprendimos a trabajar juntos"-. Los demás aplaudieron con entusiasmo.
Así, gracias al trabajo en equipo y a la idea de compartir, los niños aprendieron que no solo se trataba de ganar, sino de disfrutar cada momento y valorar la amistad. Y aunque la tormenta nunca llegó, ese día soleado quedó grabado en sus corazones como un recuerdo inolvidable del Gran Torneo de los Deportes Divertidos.
Desde ese día, los niños de Valle Alegre se juntaron a practicar no solo un deporte, sino muchos. Aprendieron que cada deporte tiene su magia, y que disfrutando juntos se hacían más fuertes. Y así, cada semana, el gimnasio se llenaba de risas, juegos y la esperanza de crear más hermosos recuerdos.
FIN.