El Gran Torneo de Valores



En la Escuela Primaria Rincón de Sueños, todos los años se celebra un Gran Torneo de Valores, donde los chicos participan en diferentes desafíos que ponen a prueba la amistad, la solidaridad y el respeto. Este año, el torneo estaba más esperado que nunca, especialmente por Mateo, un niño de diez años que soñaba con ser el campeón.

Mateo siempre había sido un chico amable y generoso, pero a veces se dejaba llevar por la competencia. En el primer desafío, los chicos debían formar equipos y ayudar a un compañero a completar una prueba de obstáculos.

"- ¡Vamos, Mateo! ¡Ayudame a saltar esta valla!", gritó Sofía, una compañera que se había quedado atascada.

Mateo, entusiasmado por ganar, dudó.

"- Pero si lo hacemos lento, podríamos perder. Es más fácil seguir adelante y ganar yo solo", pensó. Sin embargo, al ver la cara de preocupación de Sofía, decidió ayudarla.

"- Está bien, Sofía. Yo te ayudo. ¡Uno, dos, tres!", dijo con determinación. Juntos lograron completar la prueba, pero llegaron en el último lugar.

A pesar de no haber ganado, Mateo se sintió orgulloso de haber ayudado a su amiga. En el segundo desafío, los equipos debían construir una torre con bloques. Mateo quería que su equipo fuera el más alto y comenzó a trabajar en su parte sin prestar atención a sus compañeros.

"- Mateo, esperá un momento, necesitamos tu ayuda para sostener los bloques más grandes", pidió Lucas, su amigo.

"- Nah, yo puedo hacerlo solo. Confiá en mí", respondió Mateo, concentrándose en su propia torre. Sin embargo, su estructura comenzó a tambalearse y, en un instante, los bloques cayeron al suelo.

"- ¡Oh no!", exclamó. Sus compañeros se miraron entre sí y luego se acercaron a ayudarlo. "- No importa, Mateo. Todos hicimos un buen esfuerzo juntos", le dijo Clara, mientras ayudaba a recoger los bloques.

Mateo comprendió que trabajar en equipo era más importante que ganar. En el tercer y último desafío, los niños debían contar una historia inspiradora sobre un valor. Mateo se sintió nervioso, ya que quería hablar sobre la competencia. Pero recordó lo ocurrido en los desafíos anteriores y se dio cuenta de que había aprendido algo más valioso.

Cuando llegó su turno, tomó aire y, con voz firme, comenzó:

"- Yo quiero contarles sobre la amistad. Hace poco, en este torneo, aprendí que ganar no es lo más importante; lo que realmente cuenta es cómo nos apoyamos mutuamente. Gracias a mis amigos, aprendí a compartir, a ayudarnos y a disfrutar cada momento juntos, sin importar el resultado".

Los otros niños escuchaban con atención y sonrisas. Al finalizar, Mateo sintió una gran satisfacción al compartir lo que había vivido.

El director de la escuela, que fue uno de los jueces, se acercó a él y dijo: "- Mateo, tu historia nos ha llegado a todos. Esta vez, el verdadero premio es el valor que mostraste; por eso, te entregamos el trofeo de la solidaridad".

Mateo sonrió emocionado. No sólo había comprendido la importancia de los valores, sino que había dejado una huella en sus compañeros. El torneo había terminado, pero una nueva amistad había comenzado.

A partir de ese día, Mateo se propuso recordar siempre que en la vida, a veces se gana y a veces se pierde, pero lo que realmente importa son las relaciones que construimos y los valores que compartimos.

FIN.

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