El Gran Valor de Ser uno Mismo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colorete, un niño llamado Tobías que siempre quería encajar. Tenía mil ideas brillantes, pero siempre le daba miedo que a los demás no les gustaran. En la escuela, sus compañeros eran un poco duros con él. Aunque no era el niño más popular, Tobías era creativo y soñador.
Un día, mientras caminaba al parque, escuchó a dos chicos hablar sobre una competencia de talentos que se llevaría a cabo esa misma semana.
"¿Y si participas?", le dijo su amiga Clara, que siempre lo alentaba.
"No sé... y si no les gusta mi talento, no quiero que se rían de mí", respondió Tobías con el ceño fruncido.
Clara lo miró con comprensión.
"A veces, uno se siente peor por pensar en lo que pueden decir los demás que por lo que realmente importa. Deberías mostrarles tu verdadera esencia."
Pero Tobías decidió no inscribirse. En cambio, miró desde la distancia cómo otros niños se preparaban y se divertían.
El día de la competencia llegó, y el parque estaba lleno de risas y aplausos. Tobías se quedó detrás de un árbol, observando. De repente, escuchó que una de las participantes, una niña llamada Sofía, estaba recitando un poema que hizo a partir de sus sueños.
"¡Es genial!", exclamó Tobías sin pensarlo.
"Gracias, pero nunca sería capaz de contar mis sueños en voz alta", dijo Sofía con una sonrisa, mirando a Tobías. "¿Por qué no muestras lo que puedes hacer?"
Tobías sintió un pequeño fuego arder en su interior, pero la duda volvió a asomarse.
"¿Y si a nadie le gusta?".
"¿Y si a alguien sí?", repreguntó Sofía calmadamente.
Mientras más pensaba, más se dio cuenta de que el verdadero miedo no era recibir críticas, sino jamás haber intentado.
Al final de la noche, cuando la competencia estaban por terminar, se acercó a Clara y le dijo:
"¡Quiero participar!"
"¡Es genial! Solo tienes que ser tú mismo."
Corrió al escenario y, con un nudo en la panza, pronunció sus primeras palabras:
"Hola a todos, soy Tobías y hoy voy a contarles la historia de un dragón que quería aprender a volar..."
Mientras relataba su cuento, comenzó a notar que sus compañeros lo escuchaban con atención. Los aplausos empezaron a llegar y su corazón se llenó de alegría.
Al terminar, la multitud lo ovacionó. Tobías sonrió y se sintió aliviado.
"¡Gran historia!", gritó uno de los niños más grandes.
"¡Qué original fue tu idea!", añadió Clara desde la fila del medio.
No sabía si había ganado o no, pero comprendió algo muy importante: ser uno mismo siempre vale la pena. Esa noche, aunque nunca había tenido tantos seguidores como sus compañeros, Toto sentía que finalmente había encontrado su lugar.
Cuando se despidieron, Sofía se acercó:
"Me encantó tu historia, Tobías. Gracias por ser valiente y compartirla."
"Gracias a vos. No podría haberlo hecho sin tu apoyo."
Desde ese día, Tobías participó en muchas actividades, siempre llevó su propio estilo. Aprendió a valorar sus ideas y las compartió con el mundo. Siguió escuchando burlas, pero también muchos aplausos. Y en el fondo, supo que ser uno mismo no implicaba ser querido por todos, sino tener el valor de ser auténtico.
En su corazón, entendió que si nadie te odia es porque no eres nadie, pero eso también podía significar que uno tiene la oportunidad de ser todo lo que quiere ser.
FIN.