El Gran Viaje a Uruguay



Una soleada mañana de verano, Lautaro, Martina y Facundo se reunieron en el parque. El sol brillaba con fuerza, y el viento suave traía el olor del mar.

"¿Qué tal si planificamos un viaje a Uruguay?" - propuso Lautaro emocionado, mientras jugaba con una pelota de agua.

"¡Sí! ¡Me encantaría!" - gritó Martina, mientras hacía un castillo de arena imaginario en el aire.

"Yo puedo llevar mi bajo y hacer música en la playa," - agregó Facundo con una sonrisa.

Los tres amigos se pusieron a pensar en lo que necesitarían llevar. Decidieron que sería una aventura inolvidable, llena de diversión, juegos, música y, sobre todo, grandes momentos compartidos.

Después de decidir que irían a la playa de Punta del Este, fueron a la casa de Lautaro para organizar todo.

"Vamos a hacer una lista de cosas para llevar," - sugirió Martina, sacando una hoja de papel.

"Necesitamos toallas, protector solar y, por supuesto, la pelota de agua," - agregó Lautaro.

"Y mi bajo, ¡no me olviden del bajo!" - exclamó Facundo.

Los días pasaron volando, y al fin llegó el día del viaje. Con sus mochilas listas, los tres amigos se subieron al auto de los papás de Lautaro, que los llevarían hasta el puerto. La emoción se podía sentir en el aire.

Una vez en el barco, mientras cruzaban el Río de la Plata, comenzaron a planear lo que harían al llegar a Uruguay.

"¡Voy a hacer el castillo de arena más grande del mundo!" - exclamó Martina.

"Y yo jugaré con la pelota en el agua para refrescarme. ¡Qué divertido!" - dijo Lautaro.

"Y luego, tocaré una canción para ustedes en la playa al atardecer," - agregó Facundo.

Al llegar a la playa, todos estaban maravillados por la belleza del lugar. El mar brillaba como un espejo y la arena era suave como un almohadón.

Martina corrió hacia la orilla y comenzó a construir su gran castillo. Lautaro se unió a ella, lanzando la pelota de agua de aquí para allá, mientras Facundo se sentó en la arena con su bajo, afinándolo.

De repente, el viento empezó a soplar fuerte y las olas comenzaron a crecer.

"¡Cuidado con el castillo!" - gritó Lautaro, mientras las olas lamían la orilla.

Martina intentó aferrarse a su castillo, pero una gran ola lo derribó.

"¡Oh no!" - gritó Martina, desesperada.

"No te preocupes, Martina. ¡Podemos volver a hacerlo!" - le dijo Lautaro.

"Sí, además la playa está llena de conchas, ¡podemos usarlas para decorarlo!" - añadió Facundo.

Así fue como, a pesar de la tristeza, los amigos buscaron conchas de diferentes formas y colores. Juntos volvieron a construir el castillo de arena, esta vez más hermoso y resistente.

Cuando el sol comenzó a ponerse, Facundo tomó su bajo y comenzó a tocar una melodía suave.

"Esto es perfecto," - sonrió Lautaro, mientras admiraban el castillo.

"¡Sí! Este lugar es mágico, y estamos aquí juntos," - dijo Martina mientras escuchaba la música y miraba el océano.

La música de Facundo atrajo a otros niños que estaban en la playa. Pronto, un grupo se unió a ellos, creando un ambiente de alegría y risas.

"¡Qué buena onda!" - dijo uno de los niños. "¡Podemos hacer una fiesta en la playa!"

Y así, esos tres amigos se convirtieron en los anfitriones de una pequeña fiesta de verano. Jugaron con las olas, hicieron nuevos amigos y rieron hasta que la luna apareció en el cielo.

Esa noche, bajo las estrellas, se dieron cuenta de que las mejores vacaciones no son solo un lugar, sino los momentos compartidos con amigos, risas y música.

Cuando volvió a soplar el viento, llevándose consigo algunas de las risas y juegos, Lautaro, Martina y Facundo sonrieron, sabiendo que ese sería un viaje que siempre recordarían.

Y así, la playa de Uruguay se convirtió en un rincón especial en sus corazones, donde las olas y la música se entrelazaron, creando la melodía de una amistad inolvidable.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!