El Gran Viaje al Club de Río



Era un día soleado en la escuela secundaria BOP 101 de Santo Pipo, Misiones. Los estudiantes de cuarto y quinto año estaban muy emocionados porque el director había anunciado un viaje al Club de Río. Todos los estudiantes hablaban y reían mientras se sentaban en el patio, disfrutando del aire fresco. La maestra Laura, que siempre estaba atenta a las emociones de sus alumnos, decidió compartir una idea inspiradora.

"Chicos, quiero que piensen en este viaje no solo como un día de diversión, sino como una oportunidad para aprender y fortalecer nuestros lazos. ¿Qué les gustaría hacer cuando lleguemos?" - preguntó.

Las manos comenzaron a levantarse. Muchos estudiantes querían organizar juegos y actividades al aire libre.

"Podemos hacer un torneo de fútbol, una caminata en la naturaleza y hasta una búsqueda del tesoro" - sugirió Pedro, un alumno de quinto año.

"¡Sí! Y podríamos tener un momento para contar historias alrededor de una fogata en la noche" - añadió Sofía, de cuarto año.

Laura sonrió, sintiendo la energía positiva que se estaba creando. Así que decidió que el día del viaje se convertiría en una gran aventura.

A medida que se acercaba la fecha, los estudiantes comenzaron a prepararse. Hablaron con sus familias, empacaron snacks y se aseguraron de tener todo lo necesario. Sin embargo, un día antes, hubo un imprevisto: la lluvia comenzó a caer con fuerza. Todos se sintieron un poco desanimados.

"¿Qué haremos si llueve durante nuestro viaje?" - se preguntó Julia, una de las alumnas más tímidas.

Laura trató de calmar a todos.

"¡No se preocupen! Si llueve, podemos tener un plan B. Podemos interiorizar el club de río y hacer juegos bajo techo. Además, siempre podemos dibujar y contar historias" - afirmó.

El día del viaje llegó, y aunque el cielo estaba nublado, los estudiantes se mantuvieron positivos. Subieron al colectivo, cantando y contándose chistes. Al llegar al Club de Río, la lluvia continuaba, pero todos estaban listos para la aventura.

"No dejemos que la lluvia nos detenga. ¡Vamos a hacer una búsqueda del tesoro dentro del club!" - anunció Pedro.

Los estudiantes se reunieron en grupos y comenzaron a buscar pistas, que habían sido escondidas por Laura. Con cada pista que encontraban, su entusiasmo crecía. Sin embargo, una de las pistas los llevó a un viejo baúl, que estaba un poco cubierto de barro.

"¿Qué habrá adentro?" - preguntó Sofía espiando con curiosidad.

"Una recompensa, seguro" - exclamó Julián, otro compañero.

Con esfuerzo, lograron abrir el baúl y encontraron varios objetos: un sombrero antiguo, mapas, y hasta algunos libros de aventuras.

"¡Guau! Debemos usar estos para nuestra historia que contemos alrededor de la fogata esta noche" - dijo Julia, emocionada.

Cuando la lluvia finalmente paró, todos se apresuraron a salir al aire libre.

"¡Aprovechemos el sol!" - gritó Laura, y todos se lanzaron a la carrera hacia el campo.

El torneo de fútbol comenzó, seguido por una caminata donde la naturaleza les mostró toda su belleza: árboles frondosos, flores de colores y el canto de los pájaros.

Al caer la tarde, se reunieron alrededor de una fogata improvisada, donde cada uno contó una historia que había creado, inspirándose en los objetos encontrados.

"Yo contaré la historia del tesoro perdido de Santo Pipo" - dijo Pedro, y todos se quedaron en silencio escuchándolo.

Finalmente, el viaje no solo se convirtió en un día de diversión, sino en un hermoso recuerdo que cada uno llevaría en su corazón. Al volver a casa, los estudiantes estaban felices y llenos de historias para compartir.

"Gracias, maestra Laura, por hacernos ver la aventura en cada situación" - finalizó Julia, con una sonrisa.

"La aventura solo se detiene si nosotros decidimos que lo haga" - dijo Laura, divertida.

Los estudiantes aprendieron que la amistad y la creatividad son elementos esenciales para disfrutar de cualquier experiencia, sin importar las circunstancias.

FIN.

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