El Gran Viaje de Bicho Caprichoso
En un hermoso bosque lleno de colores y sonidos, vivía un pequeño bicho llamado Bicho Caprichoso. Era un insecto curioso, siempre lleno de preguntas sobre el mundo que lo rodeaba, sobre todo cuando se trataba de sus amigos invertebrados.
Un día, viendo cómo sus amigos, los caracoles, se deslizaron lentamente a su lado, Bicho Caprichoso preguntó:"¿Dónde van tan despacito?"
Los caracoles, con su caparazón brillante, contestaron:"Vamos a buscar un lugar ideal para que nuestros huevitos estén a salvo. Al hacer nuestras casas, podemos ayudar a nuestros pequeños a tener un lugar seguro donde nacer."
Bicho se sorprendió:"¿Huevitos? ¡Qué emocionante! ¿Puedo ir con ustedes a ver?"
"Por supuesto, Tizi, nuestro caracol mayor, está buscando un buen lugar. ¡Seguínos!"
Mientras viajaban entre flores y hojas, se encontraron con un groupe de mariposas. Una de ellas, con alas de múltiples colores, también estaba buscando un lugar especial.
"Hola, Bicho Caprichoso. Estamos buscando flores donde dejar nuestros huevos. Cuanto más bonitos sean los lugares, mejor será para nuestras oruguitas. ¿Y ustedes?"
"Vamos a ver cómo los caracoles ponen sus huevitos. ¿Nos acompañan?"
"¡Claro!" respondió la mariposa.
Así, todos juntos partieron hacia el claro del bosque, donde había una linda charca. Al llegar, el grupo notó que había un ambiente perfecto. Tizi, el caracol, comenzó a preparar el lugar mientras todos admiraban lo que hacía."¿Por qué es necesario hacer todo esto, Tizi?" preguntó Bicho Caprichoso.
"Es muy importante que nuestros huevitos estén en un sitio seguro, donde no se mojen demasiado y no estén expuestos a los depredadores. Aquí estarán protegidos y las oruguitas podrán nacer felices."
Luego de un tiempo de trabajo en equipo, Bicho Caprichoso vio cómo los caracoles colocaban sus huevitos cuidadosamente. Mientras tanto, las mariposas también empezaron a buscar flores para depositar sus huevos. Fue entonces cuando Bicho se sintió un poco triste y preguntó:"¿Y yo, qué puedo hacer en todo esto? Soy solo un pequeño insecto, no tengo huevitos para poner."
La mariposa más colorida le sonrió y le dijo:"No te preocupes, Bicho Caprichoso. Cada uno de nosotros tiene un rol importante en la naturaleza. ¡Vamos a bailar en el aire y celebrar la vida!"
Decidido a no desanimarse, Bicho Caprichoso se unió al baile. Sentía que la felicidad era contagiosa y que, aunque no tuviera huevitos, podría contribuir a hacer del bosque un lugar mejor. De repente, comenzó a llover un pequeño torrente de agua. Todos se asustaron, pensando que sus huevos podrían mojarse.
"¡Rápido! ¡Todos a refugiarse bajo la gran hoja de la palma!" gritó Tizi, mientras los demás corrían a resguardarse.
Una vez allí, Bicho Caprichoso tuvo una idea. Mirando a su alrededor, notó que las hojas y flores del bosque eran una gran familia. "¿Por qué no juntas algunas hojas para cubrir nuestros huevitos en el suelo para protegerlos?"
"¡Qué brillante idea, Bicho!" exclamó la mariposa.
Mientras se cubrían los huevitos, la lluvia cesó y salió nuevamente el sol, brindando una luz especial que iluminó el claro del bosque. Todos se sintieron felices al ver que sus trabajos en equipo habían dado resultado.
Después de unos días, Tizi les dijo a todos:"Gracias por ayudarme. Si nuestros huevitos nacen sanos y felices será gracias a su esfuerzo."
"Nosotros también aprendimos que todos podemos hacer algo especial sea cual sea nuestro rol en esta vida" comentó emocionada la mariposa.
"Nunca hay que subestimar lo que podemos aportar, por pequeño que seamos" dijo Bicho Caprichoso, lleno de orgullo.
Y así, el pequeño insecto aprendió que aunque no tuviera huevitos, su espíritu y creatividad podían contribuir a la belleza del bosque. Juntos, celebraron la diversidad de la vida, el ciclo de cada uno y la importancia de trabajar en equipo. Y desde aquel entonces, Bicho Caprichoso nunca dejó de preguntarse y explorar el mágico mundo que lo rodeaba.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
FIN.