El Gran Viaje de Delfina, Manuela y Victoria



Había una vez tres amigas inseparables que vivían en un pequeño pueblo de Argentina. Se llamaban Delfina, Manuela y Victoria. Juntas, soñaban con grandes aventuras y siempre compartían sus ideas más locas.

Un día, mientras estaban sentadas bajo un árbol en el parque, Delfina dijo:

"Chicas, ¿se imaginan si pudiéramos hacer un viaje al bosque mágico que está más allá de la colina?"

Manuela, con una chispa en los ojos, respondió:

"¡Eso sería increíble! Pero, ¿cómo llegaríamos hasta allá?"

Victoria, que siempre tenía una solución, agregó:

"Podríamos hacer una ruta con un mapa y llevar unas provisiones, ¡sería como verdaderas exploradoras!"

Decididas a hacer realidad su sueño, las tres amigas comenzaron a planear su aventura. El día siguiente, se reunieron en la casa de Delfina, donde dibujaron un mapa y prepararon una mochila con frutas, agua y algún que otro dulce para el camino.

Cuando llegó el gran día, llenas de emoción, hicieron un pacto:

"Desde hoy, seremos valientes aventuretas. ¡Nada nos detendrá!"

Y así, partieron hacia el bosque mágico, que según contaban, estaba lleno de criaturas fantásticas y secretos maravillosos.

Caminando por senderos cubiertos de hojas, se encontraron con un arroyo claro y luminoso. Mientras tomaban un descanso, Delfina, que siempre había sido un poco temerosa, dijo:

"¿Y si encontramos algo que nos asuste?"

Manuela la miró y sonrió:

"Recuerda que estamos juntas. El miedo puede ser pequeño si tenemos buena compañía."

Victoria, apoyando lo que decía Manuela, agregó:

"Además, siempre podemos ser curiosas y no dejar que los miedos nos paren. ¡Vamos!"

Continuaron su camino y, de repente, la tierra bajo sus pies comenzó a vibrar. Asustadas, se miraron entre sí y escucharon un rugido. Fue entonces cuando vieron salir de detrás de unos arbustos a una enorme criatura que parecía un cruce entre un oso y un dragón. Pero en lugar de correr, las chicas recordaron su pacto de valentía.

Delfina, temblando un poquito, tomó aire y dijo:

"¡Hola, gran criatura! No venimos a hacerte daño. Solo íbamos de paseo. ¿Qué haces aquí?"

Para su sorpresa, el monstruo, que se llamaba Roco, respondió con una voz suave:

"¡Hola! Estoy haciendo una fiesta para todos los animales del bosque, pero estaba tan solitario. A veces me siento un poco diferente y no sé cómo hacer amigos."

Manuela, siempre dispuesta a ayudar, preguntó:

"¿Podemos ayudarte a invitar a los demás y organizar la fiesta?"

Victoria, entusiasmada, agregó:

"Sí, podemos hacer decoraciones y traer nuestra comida. ¡Va a ser genial!"

Y así, las tres amigas se unieron a Roco y juntos comenzaron a preparar la fiesta. Conocieron a muchos animales del bosque, y todos juntos decoraron los árboles con flores, la comida que las chicas llevaban fue compartida, y al final, hubo música y baile.

Cuando la fiesta estuvo en pleno apogeo, Roco se acercó a las chicas y les dijo:

"¡No puedo creer que hayan venido! Nunca pensé que me haría amigos. Gracias por no asustarse de mí. Cada uno de nosotros tiene algo especial que ofrecer, ¿verdad?"

Delfina, sintiendo que había crecido en valentía, respondió:

"Exacto, Roco. Todos somos únicos y podemos ser amigos, sin importar lo diferentes que seamos."

Al finalizar el día, las tres amigas volvieron a su pueblo con el corazón lleno de alegría y una nueva lección aprendida: la amistad y la valentía pueden abrir puertas a mágicas aventuras. Y desde ese día, siempre recordaron que ser diferentes era una fortaleza y que el valor de ser curiosas les había permitido hacer un nuevo amigo.

"Chicas, esto fue solo el comienzo de nuestras aventuras", dijo Victoria mientras caminaban hacia el atardecer.

FIN.

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