El Gran Viaje de la Amistad



Era un soleado día en el barrio de Villa Esperanza, donde vivían cuatro amigos muy especiales: Miguel, un chico con una tenacidad inigualable; Marcos, un niño siempre cumplido y puntual; Esteban, que era un poco tartamudo pero lleno de energía; y María José, la más ordenada del grupo.

Un día, mientras jugaban en el parque, Miguel tuvo una idea brillante.

"¡Chicos! ¿Por qué no hacemos una gran aventura hasta el bosque que está cerca del río?" - propuso Miguel, moviendo sus brazos con entusiasmo.

"¡Me encanta!" - exclamó Esteban, saltando en su lugar "Podemos construir una cabaña. Aunque no sé cómo explicar lo que estoy pensando..."

"No te preocupes, Esteban, yo te ayudo a expresar tus ideas" - dijo María José, mientras sacaba su libreta de dibujos, lista para hacer un boceto de la cabaña.

Marcos, observando cómo sus amigos estaban emocionados, decidió organizar todo.

"Primero, tenemos que hacer una lista de lo que necesitamos. Luego, cada uno puede llevar algo para la cabaña" - dijo Marcos, sacando su olfato de líder.

Los amigos comenzaron a hacer una lista. Miguel aportó madera y hojas, Esteban prometió llevar unas cuerdas, mientras que María José se encargó de las herramientas necesarias. Marcos, con su precisión, se aseguró de que todos estuvieran de acuerdo y de que no faltara nada.

Así, partieron hacia el bosque, riendo y contando historias de aventuras pasadas. Sin embargo, cuando llegaron al claro donde planeaban construir la cabaña, se dieron cuenta de algo que no esperaban.

Había un gran árbol en el medio del espacio.

"¡Oh, no! El árbol interrumpe el espacio de la cabaña!" - gritó Miguel, frustrado.

María José levantó la mano y dijo:

"Podemos usar el árbol a nuestro favor. En lugar de verlo como un problema, hagamos la cabaña alrededor de él. Será nuestra base y así no lo lastimamos."

Los demás amigos asintieron, aceptando la propuesta de María José.

"¡Eso es genial!" - dijo Esteban, mientras trataba de decir rápidamente su idea... "P-p-podemos hacer un puente entre el árbol y la cabaña, s-s-s-salir y... ¡jugar!"

"Claro, Esteban, ¡será nuestro nuevo lugar especial!" - animó Miguel, entusiasmándose nuevamente.

Trabajaron todo el día. María José organizó el espacio, Marcos ayudaba a coordinar las tareas, Miguel hacía la parte más difícil de la construcción y Esteban, aunque con dificultad, ayudaba a levantar la madera con su energía contagiosa.

Al final del día, la cabaña estaba hermosa. Habían hecho un pequeño puente entre el árbol y la cabaña, lo que les permitió acceder a una pequeña plataforma donde podían sentarse y contemplar el paisaje.

"Lo logramos, chicos. Se siente como un sueño hecho realidad" - dijo Marcos, emocionado.

"¡C-c-como un gran equipo! J-j-juntos podemos hacer cualquier cosa." - dijo Esteban, disfrutando del momento.

De repente, comenzaron a escuchar un ruido. Al girar la cabeza, se encontraron con un grupo de animales del bosque: una ardilla, un conejo y hasta un pájaro, que decidieron acercarse a ver qué hacían esos chicos en su hogar.

"¡Wow!" - gritó Miguel. "Son nuestros nuevos amigos. ¿Qué hacemos?"

María José sonrió y dijo:

"Podemos hacer un picnic y compartir un poco de nuestra merienda con ellos."

Así que todos se sentaron alrededor de la cabaña y sacaron sus bocadillos. Compartieron risas, historias y comida con sus nuevos amigos del bosque. Estaban tan concentrados en la diversión que no se dieron cuenta de que ya era tarde.

"Chicos, es hora de volver a casa, pero esta aventura fue increíble. Hicimos algo hermoso" - dijo Marcos, mientras lograba captar la atención de todos.

"Esto fue un viaje de amistad. Y lo que hicimos hoy fue solo el comienzo" - afirmó María José.

Desde ese día, cada vez que se encontraban, hablaban de la cabaña que habían construido y de cómo habían superado juntos los obstáculos, siempre encontrando la solución a los problemas con ingenio.

Miguel fue un gran soñador, Marcos el mejor organizador, Esteban el más valiente a pesar de su tartamudeo, y María José siempre sabia, guiando a sus amigos.

"La amistad es el mejor ingrediente para cualquier aventura" - concluyó Miguel, mientras todos sonreían, sabiendo que había muchas más travesuras y risas por vivir juntos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!