El Gran Viaje de la Selva Misionera



Era un hermoso día en la selva misionera. El sol brillaba a través del espeso dosel de hojas verdes, y los sonidos de la naturaleza llenaban el aire. En una pequeña cabaña vivía una curiosa monita llamada Nena. Nena siempre soñaba con explorar más allá de su hogar, conocer nuevos amigos y descubrir los secretos de la selva.

Un día, Nena decidió emprender su gran viaje. Antes de salir, le dijo a su mamá:

"¡Mamá, hoy es el día! Voy a aventurarme por la selva y encontrar cosas nuevas. ¡Quiero descubrir lo que hay más allá de aquí!"

Su mamá, aunque un poco preocupada, sonrió y le respondió:

"Está bien, pero recuerda siempre ser cuidadosa y volver antes de que empiece a oscurecer. La selva es un lugar mágico, pero también tiene sus peligros."

Nena prometió ser precavida y comenzó su aventura. Mientras se adentraba en la selva, se maravillaba con los colores vibrantes de las flores, el canto de los pájaros y el suave murmullo del arroyo. De repente, escuchó un ruido inusual. Se asomó tras un arbusto y vio a un pequeño jaguar atrapado en una trampa.

"¡Oh, no!" - exclamó Nena "¡Pobrecito! Debo ayudarlo."

Se acercó cautelosamente y le dijo al jaguar:

"No te preocupes, amigo. Soy Nena, una monita. Te ayudaré a salir de aquí."

El jaguar, que se llamaba Tato, la miró con ojos tristes:

"Gracias, Nena. Me alegra verte. Esta trampa es una trampa del hombre, no sé cómo escapar."

Con mucho cuidado, Nena usó una rama fuerte para liberar a Tato. Después de unos minutos de esfuerzo, logró abrir la trampa y el jaguar salió corriendo, agradeciéndole:

"Eres muy valiente. Te debo una, monita. ¿Te gustaría que te acompañara en tu aventura?"

Nena se sintió feliz y aceptó la oferta. Juntos continuaron explorando la selva. Al cruzar un río, se encontraron con una tortuga llamada Lucia, que luchaba por salir del agua.

"¡Ayuda! No puedo salir del agua. ¡Estoy muy cansada!" - gritó Lucia.

Nena respondió:

"¡No te preocupes! Voy a ayudarte. Tato, ¿te animas a ayudarme a sacar a Lucia?"

Tato asintió y juntos, con mucho cuidado, ayudaron a Lucia a salir del río. La tortuga, agradecida, dijo:

"¡Mil gracias, amigos! Por favor, acompañen a un lugar maravilloso que descubrí, tienen que verlo."

Nena y Tato, entusiasmados, siguieron a Lucia hasta un claro en la selva. Allí, una hermosa cascada caía en una piscina cristalina. De repente, un arroyo de peces de colores comenzó a saltar alegremente alrededor de ellos.

"¡Es hermoso!" - dijo Nena, sus ojos brillando.

Pero de pronto, escucharon un estruendo. Parte del claro empezó a temblar y apareció un grupo de hombres con herramientas. Estaban talando árboles.

"¡No! No pueden hacer eso!" - gritó Tato.

"¡Debemos hacer algo!" - dijo Nena, sintiéndose un poco asustada.

Lucia, con calma, dijo:

"No hay que asustarse. Debemos ser creativos. Vamos, tengo una idea."

Lucia propuso hacer un pequeño plan. Juntos marcarían un camino lleno de obstáculos para que los hombres no pudieran avanzar. Nena sugirió usar hojas grandes para cubrir el camino y Tato, con su fuerza, empujaría ramas caídas para hacer barricadas.

Trabajaron juntos, muy concentrados en su tarea. Cuando los hombres llegaron, se encontraron con un camino lleno de sorpresas: troncos, ramas, y un claro muy confuso. Confundidos, decidieron marcharse.

"¡Lo logramos!" - dijeron todos al unísono.

Nena, Tato y Lucia se dieron un abrazo.

"¡Hicimos un gran equipo!" - exclamó Nena, sintiéndose muy orgullosa.

Con la selva a salvo, los tres amigos continuaron su aventura. Rieron, jugaron y aprendieron sobre la importancia de cuidar su hogar y proteger la naturaleza. Cuando el sol comenzó a ocultarse, Nena regresó a casa con el corazón lleno de alegría y historias que contar.

Al llegar, su mamá la recibió con un abrazo, preguntándole cómo había sido su día. Nena sonrió y le dijo:

"Mamá, hoy aprendí que juntos podemos lograr cosas increíbles. La selva es un lugar maravilloso y debemos cuidarla. ¡Tuvo un gran viaje!"

FIN.

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