El Gran Viaje de Las Estrellas
Era un hermoso día en el Bosque de los Sueños, donde los árboles eran tan altos que tocaban las nubes. Los niños del pueblo cercano venían a jugar allí, buscando sorpresas escondidas bajo las hojas.
Un grupo de niños, liderados por Ana, se aventuró a explorar más profundo en el bosque. Era un lugar mágico, donde los pájaros cantaban melodías que hacían sonreír a cualquiera. De repente, se encontraron con un león y un tigre que estaban hablando.
"¿Qué hacen ustedes aquí?", preguntó el león con voz profunda.
"Estamos explorando y buscando aventuras", respondió Ana con entusiasmo.
El tigre, que tenía rayas muy llamativas, se acercó curioso.
"¿Aventuras? ¡Nosotros también! Somos amigos de los pinguinos de la montaña. ¿Quieren conocerlos?"
Los niños se miraron emocionados.
"¡Sí!", gritó Tomás, uno de los niños.
Así que el león y el tigre guiaron a los niños a través del bosque. Pasaron por un claro lleno de flores de colores y llegaron a un lago brillante. Allí, los pinguinos estaban dando saltos y chapoteando en el agua.
"¡Hola amigos!", gritaron los pinguinos al ver a los nuevos visitantes.
"¿Quieren unirse a nosotros? ¡Haremos una competencia de saltos!"
Ana, Tomás y los demás no podían creer lo que veían. Se unieron a la diversión y saltaron con los pinguinos, riendo y disfrutando del momento.
Pero pronto, una sombra oscura cubrió el sol. Al mirar hacia arriba, vieron un barco pirata surcando el cielo, ¡navegaba entre las nubes! El capitán, un loro gigante llamado Capitán Garabato, gritaba órdenes a su tripulación.
"¡Arrr! ¡Bajen un tesoro!", ordenó.
Con mucha curiosidad, los niños y los animales decidieron seguir al barco. El capitán, al notar la multitud, se detuvo y descendió en un hermoso claro.
"¿Quiénes son ustedes, pequeños aventureros?", preguntó Garabato.
"¡Nosotros somos buscadores de aventuras!", respondió Ana.
El loro se rascó la cabeza con su ala.
"Para conseguir un tesoro, deben resolver un acertijo. ¿Están listos?"
Los niños asintieron con determinación.
"¿Qué es lo que siempre está presente, pero nunca se puede tocar?", preguntó el loro.
Los niños pensaron y pensaron. Los pájaros comenzaron a volar en círculos, incapaces de contenerse.
"¡Yo sé!", exclamó el tigre.
"¡Es el viento!"
El loro sonrió.
"¡Correcto! ¿Y qué es lo que brilla en la noche y nos guía?"
Ana levantó una mano.
"¡Las estrellas!"
El loro aplaudió, contento.
"¡Bien hecho! Último acertijo: ¿Qué nos conecta a todos?"
Los niños, los animales y los pinguinos se miraron confundidos. Pero el león, con su sabiduría, dijo:
"¡Es la amistad!"
"¡Exactamente!", gritó el loro emocionado.
"Por su ingenio y valentía, se han ganado este tesoro. ¡Abraham, el pulpo, traerá el cofre!"
En un instante, un enorme pulpo apareció, arrastrando un cofre lleno de maravillas: brújulas, mapas y juguetes de colores.
"¡Gracias, Capitán Garabato!", gritaron todos con alegría.
"¡Siempre habrán aventuras si están juntos!", dijo el loro mientras se alejaba en su barco del cielo.
Después de disfrutar del tesoro, los niños se despidieron de los animales y los pinguinos, prometiendo regresar.
"¡Hasta la próxima, amigos!", gritaron mientras caminaban de vuelta al pueblo bajo el sol brillante, con el corazón lleno de alegría y nuevos amigos en su memoria.
FIN.