El Gran Viaje de las Señales de Tránsito



En un pueblo pequeño llamado Vialandia, todas las señales de tránsito tenían un importantísimo trabajo: ayudar a los vehículos y peatones a moverse de manera segura. Había señales de alto, de ceda el paso, y muchas otras que colaboraban en el orden y la seguridad de la ciudad.

Un día, las señales decidieron que era hora de tomar unas vacaciones. "¡Necesitamos un descanso!"- exclamó la Señal de Alto, con su color rojo brillante. "Llevo tanto tiempo haciéndome notar y siempre deteniendo todo, que me vendría bien un poco de paz y tranquilidad"-.

Las señales acordaron tomarse un fin de semana libre y se fueron a descansar al parque, dejando a los vehículos solos en la ciudad. "¡Qué divertido!"- dijo la Señal de Ceda el Paso. "Vamos a disfrutar de la vida sin preocupaciones por un momento"-.

Mientras tanto, en Vialandia, el caos comenzó. Los coches empezaron a confundirse. Un auto rojo dijo: "¿A dónde tengo que ir?"-. Y una bicicleta en su intento de cruzar, se detuvo, pero nadie la miraba. El camión de mudanzas, que siempre seguía las señales, también se quedó parado, confundido sin saber qué hacer.

"¡Ay!"- gritó el pequeño ciclista Lucas. "No sé si debo avanzar o detenerme. ¡Ojalá hubiera alguien que me lo dijera!"-.

En ese momento, el gato de la vecina, que se llamaba Ñoño, decidió ayudar a Lucas. "¡Vamos, yo te mostraré!"- le dijo. Pero Ñoño no sabía nada de tránsito, y aunque intentaba ser un buen amigo, sólo creó más confusión. "¿Por qué no sigues a ese auto?"- le dijo mientras el auto avanzaba sin rumbo.

Al mismo tiempo, la Señal de Crucero estaba disfrutando del hermoso paisaje del parque. "¡Miren qué lindo el atardecer!"- exclamó mientras todos los demás la miraban. Sin embargo, de repente, la Señal de Desvío se dio cuenta de que los vehículos estaban empezando a chocar porque no había señales que guiaran el tráfico. "¡Espera!"- gritó. "¡No podemos seguir aquí!"-.

Las señales estaban muy preocupadas y regresaron rápidamente a su puesto. La Señal de Alto hizo su trabajo nuevamente, y los coches se detuvieron.

"¡Qué alivio!"- dijo el auto rojo, "No sé qué habría sido de nosotros sin ustedes. Gracias, señales, por volver"-.

La Señal de Ceda el Paso se sintió feliz de ser importante. "Nunca más dejemos que el caos reine, debemos trabajar mejor juntos para ayudar a todos"-.

Cada señal aprendió que aunque era divertido tomar descansos, su trabajo era esencial para la seguridad de todos. Así que acordaron turnarse para tener días libres, siempre asegurándose de que el tráfico nunca se detuviera del todo. Desde entonces, Vialandia fue un lugar más seguro y ordenado, donde las señales de tránsito y los vehículos trabajaban en harmonía.

Y así, gracias a su responsabilidad y alegría por el trabajo en equipo, Vialandia prosperó.

Y el pequeño Lucas se despidió de Ñoño al final del día. "¡Nunca olvides cómo seguir las señales!"-.

"¡Claro! Hasta la próxima aventura, Lucas"- respondió Ñoño, mientras juntos volvían a casa, sonriendo, con el mejor aprendizaje en su corazón: siempre es mejor seguir las señales.

FIN.

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