El Gran Viaje de las Turistas Valientes



Era un soleado día de verano y tres amigas, Clara, Sofía y Lupe, habían decidido embarcarse en una aventura en coche por las hermosas rutas de Argentina. Con una mochila llena de bocadillos, música y una enorme expectativa, subieron al auto de Clara y partieron. Sin embargo, el camino no resultó ser tan fácil como pensaban.

"Chicas, ¡esto va a ser increíble!" exclamó Clara mientras encendía el motor.

"Sí, pero sigo pensando si…" empezó Sofía, un poco preocupada.

"No te preocupes tanto, Sofi. Todo saldrá bien, ¡es solo un paseo!" la interrumpió Lupe.

Después de un par de horas de viaje, la emoción se tornó en preocupación. El indicador de gasolina empezó a parpadear.

"Chicas, estamos casi en la reserva…" dijo Clara con un tono nervioso.

"No hay problema, seguro hay una estación de servicio pronto…" intentó animarlas Sofía, pero en su interior, también comenzaba a inquietarse.

Mientras conducían, notaron que el paisaje se volvía cada vez más hermoso, pero el miedo por la gasolina escasa se apoderó de ellas.

"Deberíamos detenernos y consultar el mapa", sugirió Lupe. Las tres se detuvieron al costado de la carretera y sacaron un viejo mapa de papel.

"Miren, aquí hay un pueblo, pero no puedo encontrarlo en el mapa", dijo Clara con frustración.

Las tres comenzaron a gritar y alborotar buscando indicaciones.

"¿Qué hacemos ahora?", preguntó Sofía, casi por perder la esperanza.

De repente, vieron a un hombre mayor que venía caminando por la ruta. Era el momento de pedir ayuda.

"¡Hola! Señor, ¿podría indicarnos dónde queda la estación de servicio más cercana?" preguntó Lupe.

"Claro, chicas, sigan este camino hasta el cruce, y luego giren a la derecha. La estación queda un poco más adelante", respondió el hombre amablemente.

Aliviadas, las chicas volvieron al coche.

"¡Sí! ¡Al fin una solución!" exclamó Sofía.

"Esperemos que tengamos suficiente gasolina para llegar hasta ahí", agregó Clara.

Con un poco de fe y muchas risas que mantuvieron su ánimo, reanudaron el viaje. En el camino, Sofía observó algo que las desvió de la ruta principal.

"¡Chicas! ¿Qué es eso?", preguntó apuntando hacia una granja.

"Me encantaría ver animales y conocer sobre la vida en el campo", dijo Lupe.

"Podríamos parar un momento, ¡vale la pena!", decidió Clara.

Así que, en lugar de ir a la estación de servicio, decidieron entender un poco más sobre el entorno. Entraron a la granja y fueron recibidas por una amable granjera que las guió por la propiedad.

"Aquí tenemos caballos, ovejas y hasta algunos patos. Ustedes son bienvenidas a hacer un picnic en el campo", dijo la granjera.

Mientras disfrutaban de los paisajes y aprendían sobre los animales, el tiempo voló. En ese instante, Clara miró su reloj.

"Chicas, creo que deberíamos volver al auto, la gasolina puede no alcanzarnos…".

Con un poco de pesar, pero llenas de sonrisas y recuerdos nuevos, las amigas se despidieron de la granjera, quien les dio un tarrito con miel de regalo.

"Las cosas no siempre salen como uno planea, pero a veces los desvíos los llevan a experiencias increíbles", les dijo con un guiño.

Regresaron al auto y emprendieron otra vez el camino hacia la estación. Para su sorpresa, encontraron unas flores en el camino que no habían visto antes.

"¡Wow! Estas flores son preciosas", exclamó Lupe.

"Debemos llevarnos un par como recuerdo", sugirió Sofía.

Revisaron la situación de la gasolina que parecía aún suficiente para llegar a la estación. Ya felices por su aventura, se sintieron empoderadas:

"Noto que no necesitamos muchas cosas para disfrutar. Con tener buena compañía, ya es suficiente", reflexionó Clara.

"Exacto. Cada parada nos dejó algo único", añadió Lupe.

Finalmente lograron llegar a la estación de servicio y, aunque la gasolina se había agotado en ese trayecto, las chicas habían aprendido a no rendirse ante un obstáculo, a pedir ayuda a extraños y sobre todo, a disfrutar del viaje como una experiencia en sí misma.

Así, con un montón de historias y risas, las mujeres regresas a casa, listas para compartir sus aventuras y recordar que en cada rincón del camino, siempre hay algo maravilloso por descubrir.

FIN.

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