El Gran Viaje de Leo
Había una vez en un colorido pueblo, un niño llamado Leo que adoraba jugar al aire libre. Un día, Leo decidió visitar el parque con su mamá. "¡Qué lindo día para jugar, mamá!" - exclamó Leo, saltando de alegría. Su mamá sonrió y le dijo: "Sí, Leo, vamos a divertirnos mucho".
Al llegar al parque, Leo se encontró con su hermano mayor, Tomás, quien estaba construyendo una torre de arena. "¡Tomás, mirá lo que puedo hacer!" - dijo Leo emocionado. Pero de pronto, mientras Leo jugaba, un fuerte viento sopló y arrancó un juguete de la mano de Tomás, llevándolo a volar muy lejos. "¡Mi juguete!" - gritó Tomás angustiado.
Leo, conmovido por la tristeza de su hermano, decidió ayudarlo. "No te preocupes, Tomás, yo lo encontraré" - prometió Leo. Así que ambos empezaron a buscar. Buscaron bajo los bancos, detrás de los arbustos, y hasta en el columpio.
Después de un rato, Leo se dio cuenta de que no podían encontrar el juguete. Estaba a punto de rendirse cuando vio a un grupo de mariposas que danzaban en el aire. "¡Mirá, Tomás! Las mariposas son hermosas. Vamos a seguirlas, tal vez nos lleven a algo interesante" - sugirió Leo.
"Está bien, Leo, vamos" - respondió Tomás, aún un poco triste. Así que los dos comenzaron a seguir a las mariposas por todo el parque. Saltaron sobre charcos, corrieron entre árboles y se divirtieron mucho.
De repente, llegaron a un lugar que nunca habían visto. Allí había una fuente mágica que brillaba con todos los colores del arcoíris. "¡Guau! Mira eso, Tomás!" - dijo Leo, con los ojos bien abiertos.
"Es increíble, Leo! Vamos a acercarnos" - respondió Tomás, olvidando un poco su tristeza. Cuando se acercaron, vieron que en la fuente había juguetes de todos los tipos, incluso el que había volado.
"¡Mi juguete!" - gritó Tomás, feliz. Leo sonrió y dijo: "Ves, Tomás, a veces cuando algo se pierde, te lleva a encontrar algo aún mejor".
Ambos se fueron a casa, llevando la magia del parque y el juguete de Tomás. Al llegar, mamá los miró contenta. "¿Y ustedes? ¿Dónde estaban?" - preguntó.
"¡Mama, encontramos un lugar mágico!" - gritaron a la vez. Y así, Leo y Tomás aprendieron que aunque a veces perdemos cosas, siempre hay oportunidades para descubrir algo grandioso y divertido.
Y cada vez que veían mariposas, recordaban su gran aventura en el parque. Fin.
FIN.