El Gran Viaje de León y sus Amigos



En lo profundo de la selva, donde los árboles se abrazaban entre sí y los colores brillaban más que en un arcoíris, vivía un león llamado León. Pero no era un león común, ¡él tenía un gran sueño! Junta a sus amigos, un divertido hipopótamo llamado Hippo, un viento juguetón llamado Viento, y un auto que, aunque era un poco viejo, soñaba con aventuras.

Un día, León reunió a sus amigos para contarles su gran idea.

"¡Quiero explorar el mundo más allá de la selva!" dijo León con sus ojos brillando de emoción.

"¿Y hacia dónde vamos?" preguntó Hippo, moviendo su gran cuerpo con emoción.

"He oído que hay un lugar llamado la Gran Montaña. Dicen que es el lugar más alto de todos, ¡y quiero verlo!" respondió León.

"¡Eso suena genial!" anunció Viento, mientras revoloteaba a su alrededor. "¡Puedo llevarlos volando!"

"Pero, amigos, no tengo alas como ustedes, ni soy tan veloz" dijo Auto, con una voz apagada. "¿Puedo unirme también?"

León se acercó al auto.

"¡Claro que sí, amigo! Cada uno de nosotros tiene algo especial que aportar. ¡Vamos!"

Y así, comenzaron su aventura. León, Hippo, Viento y Auto avanzaron por la selva cantando y jugando, hasta que llegaron a un río grande que debían cruzar.

"Uh, pobres yo no sé nadar" dijo Hippo.

"¡Yo tampoco!" exclamó Auto, sintiéndose un poco nervioso.

"No se preocupen, yo puedo ayudar" intervino Viento. "Voy a soplar con fuerza y crear olas que los lleven al otro lado".

Todos miraron sorprendidos a Viento.

"¡Eso es genial!" gritó León.

Y así lo hizo. Viento sopló con todas sus fuerzas y las olas del río levantaron a León y Hippo, mientras que Auto, con su motor rugiente, se deslizó y los siguió.

Una vez al otro lado, los amigos siguieron su camino, pero pronto se encontraron con un enorme muro de rocas.

"¿Cómo vamos a pasar esto?" se preguntó Hippo.

"¡No hay problema! Yo puedo ayudar a mover algunas rocas", afirmó Auto, emocionado.

Y con el esfuerzo del auto, que empujaba y removía las piedras, el camino quedó libre. Pero justo cuando pensaban que todo estaba resuelto, comenzó a llover a cántaros.

"¡Oh, no! No quiero mojarme!" gritó Hippo, mientras se refugiaba debajo de una hoja gigante.

"No te preocupes, siempre hay una solución" dijo León.

"Gracias a mí, vamos a hacer una tienda con las hojas del árbol" agregó Viento, empujando las hojas para crear un refugio.

Los amigos se juntaron debajo del improvisado refugio mientras la lluvia caía.

"¡Es lindo estar aquí todos juntos!" dijo Hippo, contento de estar seco.

"¡Sí! Pero no olvidemos que debemos seguir adelante", dijo León.

Pasada la lluvia, finalmente llegaron a la base de la Gran Montaña. Todos miraron hacia arriba, impresionados por su altura.

"No puedo escalar esa montaña" confesó Auto, sintiéndose un poco triste.

"¡No te preocupes, tengo una idea!" dijo León. "Casualmente, encontré una cuerda en el camino, usémosla para ayudarnos a subir".

Usando la cuerda y la fuerza de todos, comenzaron a subir la montaña. Viento ayudaba llevándolos más alto, mientras Hippo empujaba a Auto en las partes más duras.

"¡Vamos, ya estamos llegando!" gritó León mientras daba su último salto y alcanzaba la cima.

"¡Lo logramos!" exclamó Hippo, saltando de alegría.

Desde la cima, pudieron ver todo el paisaje: ríos, montañas, bosques y más allá, un hermoso mar.

"Es más hermoso de lo que podía imaginar" dijo León, emocionado.

"Gracias a todos por ayudarme a cumplir este sueño", agregó.

"¡No lo hubiéramos logrado sin la ayuda de cada uno!" dijo Viento.

Y así, los amigos se dieron cuenta de que juntos, eran más fuertes. Y que además, habían vivido la aventura más increíble de sus vidas.

Desde ese día, subieron a la montaña siempre que podían, no solo por la vista sino por el recuerdo de lo que fueron capaces de lograr juntos. Y así, León, Hippo, Viento y Auto aprendieron que los sueños se pueden hacer realidad cuando se trabajan en equipo y se creen unos en otros.

FIN.

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