El Gran Viaje de Lía la Liana



En una selva mágica y colorida, donde la atmósfera vibraba con el canto de los pájaros y el susurro de las hojas, vivía Lía, una liana curiosa que deseaba conocer el mundo más allá de su árbol. Ella siempre había escuchado historias de los herbívoros que habitaban la selva, pero nunca se había aventurado a conocerlos.

Un día, mientras se mecía con la brisa, Lía escuchó un bullicio extraño. "¿Qué es eso?"-, se preguntó. Decidida, decidió buscar la fuente de ese sonido. Al deslizarse entre las ramas, se encontró con un grupo de simpáticos herbívoros: un pequeño ciervo llamado Tito, una tortuga anciana llamada Tula y un alegre conejito llamado Pipo.

"Hola, soy Lía. ¿Qué están haciendo?"-, preguntó Lía emocionada.

"¡Hola Lía! ¡Estamos jugando a la escondida! ¡¿Quieres unirte? !"-, exclamó Pipo con su energía desbordante.

Lía, entusiasmada, aceptó la invitación y jugó con ellos. Pero, de repente, Tula se detuvo y miró preocupada. "Amigos, creo que deberíamos hacer una pausa. La selva necesita un poco de aire fresco y la atmósfera se siente un poco pesada hoy."-

Lía, intrigada, preguntó: "¿Aire fresco? ¿Qué tiene que ver con nosotros?"-

"Las plantas como tú, Lía, son muy importantes porque producen el oxígeno que respiramos. Pero si no cuidamos nuestra selva, podemos tener problemas con la atmósfera. ¡Y cuando hay problemas, todos sentimos los efectos!"-, explicó Tula.

"¿Qué podemos hacer para ayudar?"-, preguntó Lía, sintiendo una chispa de responsabilidad crecer dentro de ella.

"Podemos empezar por hablar con los otros animales y organizar una limpieza de la selva. ¡Muchas cosas desechadas pueden afectar el aire que respiramos!"-, sugirió Tito.

Todos estaban de acuerdo y comenzaron a hacer planes. La siguiente mañana, recorrieron la selva, encontrando plásticos, latas y desperdicios que habían sido arrojados sin pensar. Cada uno de ellos recogió lo que pudo, y Lía se sintió feliz al ver cómo todos trabajaban en equipo.

"¿Ves, Lía?"-, decía Pipo mientras recogía una tapa de plástico, "con cada pequeño paso que damos, estamos cuidando nuestro hogar. Y a la vez, nosotros mismos, porque si ayudamos a las plantas, nos ayudamos a nosotros también. ¡Es un ciclo hermoso!"-

Después de varias horas de recolección, los amigos se sentaron alrededor de un arroyo. El aire se sentía más fresco, y Lía se dio cuenta de cómo las plantas, los animales y el aire estaban interconectados.

En ese momento, Tula sonrió y dijo: "Ahora sabemos que cada uno de nosotros tiene un papel en este ecosistema. ¡Estamos juntos en esto!"-

Pero justo entonces, el cielo comenzó a oscurecerse. Lía miró hacia arriba y vio que las nubes amenazaban con traer una tormenta. "Tenemos que regresar, amigos. No quiero quedarme atrapada aquí mientras llueve"-, dijo asustada.

Pero cuando intentaron volver a casa, se dieron cuenta de que un camino se había inundado por la lluvia repentina. "¿Ahora qué hacemos?"-, se lamentó Pipo.

"Podemos usar nuestra creatividad!"-, exclamó Lía. "Cree que podríamos construir algo con ramas y hojas para cruzar el agua?"-

"¡Esa es una gran idea!"-, dijo Tito y comenzaron a trabajar juntos en una balsa improvisada.

Lía, con su flexibilidad, ayudó a atar las ramas con lianas, mientras Tito y Pipo colocaban hojas firmemente para que flote mejor. Después de varios intentos y risas, lograron construir una pequeña balsa que podía llevarlos al otro lado del arroyo.

Al llegar sanos y salvos, cada uno de ellos se dio cuenta de lo que habían aprendido: el trabajo en equipo, la responsabilidad de cuidar el ambiente y la importancia del aire que respiraban.

Cuando regresaron a su hogar, Lía sintió un gran orgullo. "Hoy no solo hemos jugado, sino que también hemos hecho algo asombroso por nuestra selva y todos sus habitantes"-, dijo.

Los amigos se despidieron con la promesa de reunirse nuevamente para seguir cuidando su hogar. Lía aprendió que cada pequeña acción cuenta y que, con valentía y unión, podrían enfrentar cualquier desafío. Desde aquel día, ella continuó explorando, pero sobre todo, cuidando la selva y enseñando a otros sobre la importancia de la atmósfera, las plantas, y la respiración de los ecosistemas.

Y así, el espíritu de amistad y conservación prosperó en la selva, llena de risas, juegos y un aire fresco y sano para todos.

FIN.

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