El Gran Viaje de Lila la Tortuga



Érase una vez en un hermoso bosque, una tortuga llamada Lila. Ella era muy curiosa y siempre soñaba con ver el mundo más allá de su charquito. Un día, Lila decidió que era hora de hacer un gran viaje. "Hoy es el día perfecto para explorar todo lo que hay fuera de aquí!", dijo con entusiasmo.

Lila se despidió de sus amigos, el conejo Ramón y la ardilla Sofía. "¿Vas a estar bien, Lila?", preguntó Ramón con preocupación. "Sí, no tengo miedo! Mañana volveré con muchas historias!", respondió Lila, confiada.

Mientras Lila avanzaba, se encontró con un arroyo brillante. Al acercarse, vio a un pez que brincaba. "Hola, pez!", saludó Lila. "Hola, tortuga! ¿A dónde vas?", preguntó el pez. "Voy a descubrir el mundo. ¿Quieres venir conmigo?", ofreció Lila. "No puedo, tengo que quedarme aquí. Pero ten cuidado!", dijo el pez, mientras saltaba de nuevo al agua.

Lila siguió su camino y, poco después, llegó a un prado lleno de flores. Allí encontró un grupo de mariposas. "¡Hola, mariposas!", gritó Lila. "¡Hola, tortuga! ¿Estás volando lejos?", preguntó una mariposa. "No, estoy viajando a conocer nuevos lugares!", contestó Lila entusiasmada.

Las mariposas comenzaron a reír. "Tú tan despacito y nosotros volando. ¿Cómo superas la distancia?", preguntó otra mariposa. "No importa lo lento que sea, lo importante es que disfruto el camino!", explicó Lila con una gran sonrisa.

Y así, Lila siguió avanzando, disfrutando cada paso. De pronto, se quedó atrapada en unas ramas. "¡Ay, no! No puedo salir!", gritó Lila.

Al escucharla, Ramón, el conejo, que la había estado siguiendo por el bosque, apareció de pronto. "¡Lila! ¿Dónde estás?", preguntó Ramón nerviosamente. "Aquí, atrapada. Ayúdame, por favor!", respondió Lila, con un tono preocupado.

Ramón miró a su alrededor y vio que podía saltar sobre las ramas. "Voy a intentar ayudarte!", dijo determinadamente. Usando sus patas poderosas, Ramón se las ingenió y logró soltar a Lila. "¡Gracias, Ramón! Eres un buen amigo!", exclamó Lila, aliviada.

Finalmente, cuando llegó la hora de regresar a casa, Lila miró a sus alrededor y sonriendo dijo: "Hoy aprendí que no importa lo despacio que vayas. Siempre y cuando disfrutes del camino y tengas amigos que te ayuden, el viaje será grandioso!"

Desde ese día, Lila nunca dejó de explorar, pero siempre recordaba la importancia de la amistad y la paciencia.

FIN.

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