El Gran Viaje de los Amigos
Era un soleado día en el barrio de La Paz, donde vivían Jazmín Ibarra, una niña curiosa y aventurera; Frida, una artista soñadora; y Mateo Haag, un inventor inquieto. Los tres amigos solían reunirse cada tarde en la plaza a contar historias y compartir sus sueños.
Un día, mientras dibujaban en la tierra, Jazmín tuvo una brillante idea:
"¡Chicos! ¿Y si hacemos un viaje en busca de la montaña de los colores? Dicen que está llena de sorpresas y tesoros mágicos."
Frida, con su cabello al viento, respondió entusiasmada:
"¡Eso suena increíble, Jazmín! Me encantaría pintar los colores que encontremos."
Mateo, siempre pensando en los detalles, dijo:
"Pero necesitamos un mapa y algunos suministros. ¡Voy a inventar algo que nos ayude a llegar más rápido!"
Así que, con la magia de la amistad, empezaron a planear su aventura. Mateo pasó la noche construyendo un gran globo aerostático, usando globos de colores y un paracaídas que había encontrado en su casa.
Al día siguiente, muy tempranito antes que el sol despertara, los amigos se encontraron en el parque. Jazmín y Frida llevaban una mochila llena de bocadillos y materiales para pintar.
Jazmín preguntó:
"¿Estás listo, Mateo?"
Mateo, con una sonrisa de oreja a oreja, respondió:
"¡Listísimo! Pero antes de subir, hay que recordar que siempre debemos estar juntos y ayudarnos. ¡La amistad es nuestro tesoro más grande!"
Una vez en el aire, los amigos sintieron la emoción de volar. Pero, a mitad de camino, una ráfaga de viento fuerte hizo que el globo comenzara a tambalearse.
"¡Ay, no! ¡Mateo! ¿Qué hacemos?" gritó Frida, asustada.
"¡No se preocupen! ¡Debemos mantener la calma!" dijo Mateo, controlando el globo. "Jazmín, mira hacia el norte. ¡Allí hay un claro para aterrizar!"
Sin pensarlo dos veces, Jazmín guió a Mateo y el globo descendió suavemente sobre un hermoso campo lleno de flores. Exhaustos pero ilusionados, los amigos saltaron y se pusieron a explorar.
Mientras caminaban, descubrieron una cueva brillante, donde escucharon un curioso murmullo.
"¿Qué será eso?" preguntó Jazmín con emoción.
"Vamos a averiguarlo," sugirió Frida mientras sacaba su cuaderno de dibujos para registrar el momento.
Al acercarse a la cueva, encontraron a un pequeño dragón de colores, atrapado en una telaraña.
"¡Ayuda! No puedo salir de aquí!" gritó el dragón, su voz temblando.
"¡Pobre criatura!" exclamó Jazmín, preocupada.
Mateo miró a sus amigos y dijo:
"¡Debemos ayudarlo! Frida, ¿puedes usar tus pinceles para cortar la telaraña?"
Frida asintió y, con gran esfuerzo, comenzó a recortar. Jazmín y Mateo animaron al dragón:
"¡Ya casi está! No te desesperes!"
Finalmente, el dragón fue liberado, y en agradecimiento se transformó en un hermoso arcoíris de colores que iluminó la cueva.
"¡Gracias, amigos! Nunca olvidaré su valentía. Como recompensa, les mostraré la ruta más rápida a la montaña de los colores."
Los tres amigos, emocionados, siguieron al dragón a través de un sendero oculto que los llevó a la cima de la montaña. Allí, encontraron una vista espectacular, y la montaña de colores, que brillaba con luces resplandecientes.
"¡Es maravilloso!" exclamó Frida, al instante sacando sus pinturas para capturar el momento.
"Y pensar que todo esto empezó con una idea. ¡La importancia de ayudarnos se refleja en lo que hemos logrado juntos!" dijo Jazmín.
Mientras el sol se ponía, los amigos decidieron pasar la noche en la montaña, celebrando su aventura.
A la mañana siguiente, regresaron a casa volando en su globo aventurero, con el corazón lleno de alegría y anécdotas.
Desde entonces, los tres amigos continuaron viviendo aventuras, siempre recordando lo valioso que es ayudarse mutuamente y lo mágico que puede ser el mundo cuando se enfrenta en compañía.
Y así, Jazmín, Frida y Mateo aprendieron que el viaje más hermoso no era solo el destino, sino lo que hacían juntos para llegar hasta allí.
FIN.