El Gran Viaje de los Amigos de la Tierra



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Verdelechuga, donde los niños jugaban felices y los pájaros cantaban alegres. En este pueblo, tres amigos inseparables: Lola, Matías y Lucas, pasaban sus días explorando la naturaleza y disfrutando del aire fresco. Pero un día, algo extraño ocurrió. Al salir a jugar, encontraron su parque favorito cubierto de basura.

"¡Mirá todo esto!" - gritó Lola, con los ojos muy abiertos. "¿Qué les pasó a los árboles y las flores?"

"No sé, pero esto no está bien," - dijo Matías, preocupado. "Debemos hacer algo."

"Sí, vamos a limpiar!" - exclamó Lucas, decidido.

Los tres amigos se pusieron a recoger la basura, pero pronto se dieron cuenta de que no era suficiente. Necesitaban un plan para cuidar su planeta. Así que se sentaron a pensar.

"¿Y si hacemos un club?" - propuso Matías. "Un club de amigos de la Tierra."

"¡Eso suena genial!" - dijo Lola, emocionada. "Podemos aprender sobre cómo cuidar el ambiente."

Al día siguiente, colgaron un cartel en el parque: "¡Únete al Club de los Amigos de la Tierra!"

A medida que pasaban los días, más niños se unieron al club. Un día, mientras estaban en una reunión, una anciana llamada Doña Flora se acercó a ellos.

"¡Hola, chicos! He escuchado de su club."

"¡Hola, Doña Flora!" - gritaron los niños al unísono.

"Me gustaría contarles sobre algo muy importante. Cuando era niña, mi abuelo plantó muchos árboles. Pero con el tiempo, algunos se perdieron."

"¿Por qué?" - preguntó Lucas, curioso.

"Porque no cuidamos nuestro entorno y no plantamos nuevos," - respondió Doña Flora, con una sonrisa triste. "Si cada uno de ustedes planta un árbol, se están convirtiendo en héroes de la naturaleza."

Los niños se miraron emocionados. Decidieron organizar un gran evento. Invitaron a todo el pueblo a plantar árboles juntos.

"¡Va a ser épico!" - dijo Lola.

El día del evento, el parque se llenó de risas y gente. Los niños, con las manos llenas de tierra y pequeñas plantitas, se dedicaron a plantar cientos de árboles. Don Felipe, el jardinero, les enseñaba sobre cada especie.

"¿Saben por qué es importante plantar árboles?" - preguntó Don Felipe. "Ellos nos dan oxígeno y son el hogar de muchos animales."

Durante la plantación, una mariposa se posó en la nariz de Matías.

"¡Mirá, es un signo!" - exclamó. "La naturaleza nos agradece."

Tras plantar los árboles, los niños pensaron en otras formas de cuidar el planeta. Entonces, crearon un club de reciclaje, donde aprendieron a separar residuos y a reutilizar materiales.

Un día, mientras el club reciclaba, una tormenta comenzó a sonar en la distancia.

"¡Rápido, chicos! Necesitamos proteger lo que hemos plantado!" - gritó Lucas, preocupado.

Rápidamente, se armaron con tablas de madera y lonas para cubrir los pequeños árboles recién plantados. Todos juntos trabajaron en equipo y lograron salvaguardar sus plantitas.

FIN.

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