El Gran Viaje de los Amigos Diferentes



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, cuatro amigos: Lía, Tomi, Valen y Sofi. Cada uno de ellos era especial a su manera. Lía usaba una silla de ruedas, Tomi tenía dificultades para leer y entender ciertos conceptos, Valen no podía ver y Sofi, aunque podía escuchar, necesitaba leer los labios para entender a los demás. A pesar de sus diferencias, siempre jugaban juntos y se ayudaban mutuamente.

Un día decidieron emprender una aventura: encontrar "La Flor de los Deseos", una flor mágica que, según decía la leyenda, otorgaba un deseo a quien la encontrara. Lía, segura de su silla, dijo:

"¡Vamos a buscarla! Podemos hacerlo juntos."

Tomi, emocionado pero un poco nervioso, respondió:

"¿Y si nos perdemos?"

"No te preocupes, tomaremos notas y usaremos un mapa. Además, estoy aquí para ayudarte. Si no entendés algo, lo aclaramos juntos", dijo Sofi, sonriendo.

Esa mañana, los cuatro amigos se pusieron en marcha. Lía lideraba el camino, asistida por sus amigos que la empujaban a través de un sendero lleno de árboles y flores. Mientras avanzaban, Valen recordó un detalle importante.

"Chicos, cuando lleguemos al río, el ruido puede ser muy fuerte. Yo no podré oír si hay un peligro. ¿Pueden avisarme si ven algo?"

"¡Claro que sí!", respondió Sofi, levantando la mano.

Al llegar al río, el ruido era ensordecedor. Todos intentaron cruzar con cuidado, pero Valen se quedó parado. Lía notó su preocupación.

"¿Qué te pasa, Valen?"

"No puedo oír si el agua es profunda o si hay piedras. ¿Cómo sé si es seguro?"

Sofi hizo señas y explicó rápidamente:

"Voy a tocar el agua para sentir su temperatura, y te diré si es seguro."

Sofi mojó sus manos y, con una sonrisa, declaró:

"¡El agua es fresquita, pero no muy alta! ¡Podemos pasar!"

Todos cruzaron el río con cuidado. Justo cuando estaban a punto de llegar al lugar que señalaba el mapa, una tormenta apareció de repente. Los vientos soplaban fuerte y la lluvia comenzó a caer.

"¡Esto es un desastre!", gritó Tomi, sintiéndose un poco perdido.

"No se preocupen, creo que el refugio está cerca", dijo Lía, con seguridad.

Con su silla, Lía encontró un árbol grande donde todos pudieron resguardarse. Una vez a salvo, Valen preguntó:

"¿Qué hacemos ahora?"

"Podemos usar este tiempo para pensar en nuestro deseo", sugirió Sofi.

Cada uno comenzó a contar lo que querrían pedirle a la Flor de los Deseos. Tomi, siempre inseguro, decía:

"Ojalá pudiera entender mejor la escuela..."

Valen, con una sonrisa, dijo:

"¡Yo desearía poder ver al menos por un día!"

Lía miró a sus amigos y compartió su deseo:

"Yo desearía que todos supieran que no somos diferentes, solamente tenemos formas diferentes de ver el mundo."

Finalmente, llegados al pequeño claro donde la flor crecía, los amigos se quedaron sorprendidos. Allí estaba, la hermosa Flor de los Deseos, brillando en medio del caos de la tormenta.

"¡Lo logramos!", exclamó Sofi.

Mientras se acercaban a la flor, Lía la tocó primero:

"Queremos que nuestra amistad sea siempre fuerte y que cuidemos unos de otros."

Sofi, con sus manos señalando a los demás, agregó:

"¡Es un deseo compartido!"

Juntos, al unísono, gritaron sus deseos. La flor iluminó el claro, y aunque no cambiaron físicamente, se dieron cuenta de que su verdadera magia estaba en aceptar y valorar sus diferencias, formando un lazo indestructible.

Cuando regresaron a Arcoíris, no sólo habían encontrado la Flor de los Deseos, sino que también comprendieron que cada uno era una parte esencial de un gran equipo. Aprendieron que, a pesar de sus dificultades, juntos eran más fuertes, y que juntos podían enfrentar cualquier desafío.

Y así, los cuatro amigos siguieron explorando y compartiendo aventuras, siempre apoyándose, respetando sus diferencias y, sobre todo, celebrando su amistad única.

Desde ese día, el pueblo de Arcoíris se llenó de entusiasmo y los niños, inspirados por la valentía de Lía, Tomi, Valen y Sofi, comenzaron a jugar juntos, sin importar las diferencias, creando un ambiente lleno de amor, respeto y amistad.

FIN.

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