El Gran Viaje de los Colores
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde los colores danzaban por las calles y había una alegría contagiante, vivían cinco amigos: Lila, el elefante curioso; Rojo, el audaz colibrí; Amarillo, la ardilla inventora; Verde, la tortuga sabia y Azul, el pez soñador. Un día, decidieron hacer un gran viaje para descubrir el misterio del Color Perdido, un color que había desaparecido de su pueblo.
- ¿Dónde creés que se habrá ido? - preguntó Lila con los ojos brillantes de curiosidad.
- No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí sin hacer nada - respondió Rojo, danzando emocionado.
- Puede que lo encontremos si visitamos el Bosque de las Sombras - sugirió Amarillo, mirando su mapa dibujado a mano.
Los amigos se pusieron en marcha, llenos de esperanza. Mientras cruzaban el bosque, se dieron cuenta de que estaba lleno de sombras y se sentían un poco incómodos.
- No me gusta este lugar - dijo Verde, asomando su cabeza entre las hojas.
- ¡No podemos rendirnos! - exclamó Rojo, aunque su voz temblaba ligeramente.
- Recordemos que los grandes aventureros siempre encuentran la forma de seguir adelante - animó Azul, que flotaba cerca.
Decidieron aventurarse más dentro del bosque, cuando de repente, encontraron a un árbol gigante que parecía estar llorando.
- ¿Por qué llorás, querido árbol? - preguntó Lila, acercándose con ternura.
- He perdido mi color, y sin él, mis hojas ya no brillan - suspiró el árbol.
Los amigos se miraron sorprendidos.
- Tal vez tu color perdido está en la aventura que estamos buscando - dijo Amarillo, inspirada.
- ¡Exacto! - exclamó Rojo. - ¿Qué te parece si juntos lo buscamos?
El árbol sonrió, agradecido.
- No sé cómo encontrarlo, pero les puedo contar una leyenda que se dice que en la montaña cristalina, el Color Perdido reposa hasta que alguien lo encuentre - explicó el árbol con una voz profunda.
- ¡Vamos a la montaña cristalina! - gritaron todos al unísono. Así, cargando la energía y la esperanza del árbol, los amigos continuaron su viaje, subiendo cada vez más alto. En el camino, los animales del bosque les advertían sobre las trampas y misterios que podrían encontrar.
Después de muchas horas de esfuerzo, llegaron a la cima de la montaña. Allí, encontraron un lago que reflejaba todos los colores del mundo. En el centro del lago había una pequeña isla con un destello dorado.
- ¡Ese debe ser el Color Perdido! - chilló Lila.
- Pero, ¿cómo llegamos hasta allí? - preguntó Verde, preocupado por no caer al agua.
- Yo puedo intentar volar hasta la isla - propuso Rojo, lanzándose al aire.
Pero cuando llegó a la isla, se dio cuenta de que el destello dorado no era el Color Perdido, sino un espejo mágico.
- ¡Es un espejo! - exclamó Rojo, confuso. - Pero no hay color aquí, solo una imagen de nosotros.
- Quizás el color se refleja en lo que somos - reflexionó Amarillo.
Los amigos se miraron y, de repente, comprendieron algo importante. El Color Perdido no era un objeto, sino la mezcla de todos sus colores, personalidades y sueños.
- ¡Lo encontramos! - gritaron juntos.
- Rescatemos ese color para el árbol, compartiendo nuestra amistad y amor - dijo Verde, sintiéndose inspirada.
Con esa energía, comenzaron a saltar y a bailar alrededor del espejo. Sus risas resonaban y los colores se intensificaron. En un instante, el espejo se rompió, y una hermosa paleta de colores surgió de su interior, fluyendo hacia el lago y permitiendo que el árbol lo absorbiera.
Cuando regresaron al pueblo, el árbol volvió a brillar con todos los colores del arcoíris.
- ¡Lo hemos logrado! - rieron todos, sintiéndose felices.
El árbol agradecido dijo:
- Este viaje les dejó un valioso aprendizaje: el verdadero color no es algo que se encuentra, sino el reflejo de la amistad y la unión. ¡Gracias, amigos!
Así, el pueblo de Arcoíris aprendió que, juntos, pueden crear un mundo lleno de colores. Y cada vez que miran al cielo, recuerdan que la verdadera esencia de la vida es compartir y ayudar a los demás.
FIN.