El Gran Viaje de los Cuatro Amigos



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y valles verdes, vivían cinco amigos: Wendy, Juan David, José Andrés, Daniel y Stiven. Cada uno tenía características que los hacían únicos.

Wendy siempre se encargaba de que todo estuviera en orden. Juan David, por otro lado, era muy impaciente, le encantaba hacer todo rápido, a veces sin pensar. José Andrés era el rey de la puntualidad, siempre llegaba a tiempo a cualquier lugar. Daniel, aunque era muy talentoso, solía ser un poco arrogante y, a menudo, menospreciaba las ideas de los demás. Finalmente, Stiven era un chico tranquilo y paciente, siempre dispuesto a escuchar y ayudar.

Un día, decidieron emprender una aventura hacia la cima de la montaña más alta del pueblo.

"¡Vamos chicos, será genial!" - exclamó Wendy con entusiasmo.

"Pero tenemos que ir rápido, ¡no podemos perder tiempo!" - dijo Juan David, con ganas de comenzar el viaje.

"¡Es verdad! Necesitamos llegar antes de que oscurezca," - dijo José Andrés, ajustando su reloj.

"No entiendo por qué se preocupan tanto. Si son buenos, llegaremos a tiempo sin sudar tanto", - comentó Daniel despectivamente.

"¿Vamos tranquilos? Miren qué linda se ve la naturaleza por aquí," - propuso Stiven suavemente, observando los girasoles que rodeaban el camino.

Mientras avanzaban, Wendy propuso que cada uno llevara algo de comida.

"¡Genial!" - dijo Juan David, "yo llevo las galletitas. "/>y vos, Stiven, podés llevar las frutas.

"No hay problema, Juan. Pero deberíamos hacernos responsables de cada cosa que llevamos," - intervino Wendy.

"Pfft, ¿para qué? Somos amigos y todo va a salir bien," - argumentó Daniel, despreocupado.

Todo marchaba bien, hasta que de repente, Juan David decidió correr por delante.

"¿Por qué caminamos tan lento? ¡Apúrate, chicos!" - gritó impaciente.

"Juan, ten cuidado con las piedras!" - advirtió José Andrés con preocupación.

"¡No pasa nada! ¡Soy rápido!" - decía Juan mientras tropezaba.

Al caer, se lastimó un poco la rodilla.

"¡Ay! ¡Eso dolió!" - exclamó.

"Te dije que fueras más lento, mira lo que pasó," - respondió José Andrés, intentando ayudarlo.

"Yo no necesito ayuda de nadie," - dijo Juan, mientras se levantaba con dificultad.

Wendy lo miró preocupada y sugirió hacer una pausa.

"Dediquémonos a descansar un momento, además, ya nos retrasamos. Nada de apurarse, hay que cuidarnos," - dijo.

Stiven se acercó a Juan David.

"¿Necesitás ayuda? Está bien tomarse su tiempo y descansar un poco. No hay apuro," - ofreció gentilmente.

"Gracias, Stiven, pero yo puedo. Solo necesito un momento para recuperarme," - contestó Juan, aunque comprendió que quizás debía escuchar más a sus amigos.

Mientras tanto, Daniel se había adelantado, y ahora estaba perdido.

"¡Chicos! No sé para dónde ir!" - llamó con voz temblorosa.

"Daniel, ¿qué hiciste?" - gritaron todos al unísono.

"¡Siempre creíste saberlo todo! Esto es lo que pasa por ir solo," - comentó Wendy, mientras se preocupaban por él.

"Necesitamos unirnos y buscarlo," - propuso Stiven con serenidad.

"¡Yo lo encuentro!" - dijo Juan David, contento de poder ayudar ahora.

"Yo te acompaño, vamos juntos," - dijo José Andrés.

"Ok, pero rápido, ¡que se aburre de esperar!" - añadió Juan.

Wendy y Stiven decidieron esperar. Mientras tanto, Daniel estaba un poco asustado.

"¿Alguien puede ayudarme?" - murmuró para sí.

Al cabo de unos minutos, Juan David y José Andrés regresaron con Daniel.

"¡No vuelvas a perderte así!" - le dijo José Andrés aliviado.

"Te necesitamos tanto como vos a nosotros," - remarcó Stiven.

"Lo lamento. Pensé que podía hacerlo solo," - admitió Daniel con dificultad.

Los cinco amigos continuaron juntos, aprendiendo a balancear sus diferentes estilos.

"Hay que ser responsables y trabajar en equipo," - dijo Wendy.

"Claro, así llegamos a la cima sin problemas," - añadió Stiven.

"Lo importante es disfrutar del camino, no solo correr," - recordó Juan.

"Y también, escuchar y valorar las opiniones de cada amigo," - finalizó José Andrés mirando a Daniel, quien sonreía.

Al llegar a la cima, todos compartieron una galletita, y mirando el hermoso paisaje supieron que, aunque eran diferentes, juntos podían lograr cualquier cosa.

"Me alegra que estemos todos juntos aquí," - sonrió Juan.

"¡Esto es lo más hermoso que he visto!" - dijo Daniel, ahora con humildad.

"Gracias por ayudarme, amigos. Aprendí que trabajar en equipo es fundamental," - concluyó.

Y así, el grupo regresó, más unido que nunca y con muchas aventuras que contar.

FIN.

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