El Gran Viaje de los Mamíferos



En un bosque mágico donde el sol brillaba y los ríos cantaban, vivía un pequeño y curioso ciervo llamado Cibo. Cibo soñaba con conocer a todos los mamíferos del bosque. Desde chiquito, su mamá le contaba historias sobre las características únicas de cada uno, y él quería descubrirlo por sí mismo.

Un día, Cibo decidió emprender un viaje. Se despidió de su mamá y le prometió que volvería con muchas historias. Al salir del claro, se encontró con un, ¡oh sorpresa! , un conejo llamado Rino.

"¡Hola! Estoy buscando mamíferos para conocer sus características. ¿Te gustaría ayudarme?" - preguntó Cibo emocionado.

"¡Claro! Soy muy rápido y puedo mostrarte a muchos en un abrir y cerrar de ojos. Vamos, sígueme" - respondió Rino, moviendo su cola felizmente.

Los dos amigos llegaron a una colina y, desde arriba, pudieron avistar una familia de lobos jugando en el bosque.

"Mirá, ahí están los lobos. Ellos son excelentes cazadores. Tienen un gran sentido del olfato y son muy sociables entre ellos" - explicó Rino.

"¡Qué interesante!" - dijo Cibo.

Continuaron bajando la colina y se encontraron con la mamá oso, que estaba cuidando a sus dos ositos.

"¡Hola oso!" - gritó Cibo. "¿Puedes contarme algo sobre los mamíferos?"

"Por supuesto, querido. Los osos, por ejemplo, son muy inteligentes y hibernan en invierno. Además, ¡somos mamíferos!" - respondió la mamá oso con suavidad.

Cibo y Rino continuaron su viaje y encontraron a una familia de ardillas, que saltaban de un árbol a otro.

"¡Mirá eso!" - exclamó Rino. "Las ardillas son muy ágiles y tienen unas colas grandes que les ayudan a balancearse. Además, son muy buenas recolectando nueces para el invierno".

Cibo tomó nota en su mente y se preguntaba cuántos mamíferos había en total. Pasaron un rato descubriendo otras criaturas: un ciervo macho, con grandes cuernos; un grupo de delfines que nadaban en el lago cercano; y hasta una fiera pero hermosa tigresa.

"Nunca había visto un delfín. ¿Cómo son mamíferos del agua?" - preguntó Cibo, impresionado.

"Los delfines, aunque viven en el agua, son mamíferos porque tienen pulmones y necesitan salir a la superficie a respirar. También alimentan a sus crías con leche. ¡Eso los hace mamíferos igual que nosotros!" - explicó Rino.

La tarde comenzaba a caer y Cibo se dio cuenta de que tenían que regresar a casa. Pero había un problema, ¡no sabían cómo volver! Se sentaron a pensar un momento. Entonces Cibo recordó lo que su mamá le había enseñado sobre las estrellas.

"Si miramos al cielo, quizás podamos orientarnos siguiendo las estrellas" - propuso Cibo.

Rino estuvo de acuerdo y miraron juntos. Con la luz de la luna y las estrellas, finalmente encontraron el camino de regreso.

Al llegar a su casa, Cibo abrazó a su mamá.

"Volví con muchas historias, mami. El mundo está lleno de mamíferos increíbles. Cada uno tiene su propia característica y lugar en la naturaleza. ¡Aprendí tanto!"

La mamá de Cibo sonrió y dijo:

"Estoy orgullosa de ti, hijo. Recuerda, cada mamífero es especial a su manera. La diversidad es lo que hace a nuestro bosque mágico".

Cibo, Rino y todos los mamíferos del bosque celebraron su amistad y la diversidad de características que cada uno tenía. Y así, el pequeño ciervo aprendió que el amor y la amistad son lo más importante, y que cada mamífero, sin importar cuán diferentes fueran, contribuía a la belleza del mundo que los rodeaba.

Y desde ese día, Cibo se convirtió en un gran contador de historias, compartiendo lo que había aprendido y fomentando la amistad entre todos los mamíferos del bosque.

FIN.

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