El Gran Viaje de Lucas e Inés



Era un día soleado en la ciudad de Lima, y Lucas e Inés, dos estudiantes de primer grado, esperaban ansiosos para ir a la escuela. Pero algo no estaba bien. Desde el día anterior, había un paro de transportistas que había dejado a la ciudad paralizada.

"¿Por qué no vienen los colectivos?" - preguntó Lucas con un gesto de preocupación.

"Escuché a los adultos hablar sobre inseguridad. La gente está asustada y no quiere salir a la calle" - respondió Inés, frunciendo el ceño.

Los dos amigos se sentaron en una banca del parque, pensando en la situación. No querían perderse su clase de arte, especialmente porque iba a haber una actividad especial.

"Si no hay colectivo, ¿qué hacemos para ir a la escuela?" - dijo Lucas, mirando hacia el horizonte.

Inés, siempre llena de ideas, exclamó:

"¡Podríamos ir caminando!" - dijo con entusiasmo.

"Pero... es peligroso, Inés. Y no sabemos cómo llegar exactamente" - replicó Lucas, un poco asustado.

"¡Pero podemos hacerlo juntos! Siempre estamos aprendiendo juntos. Además, podemos contarle a los adultos dónde vamos", sugirió Inés, llena de confianza.

Así, decidieron hacer un plan. Primero, mirarían un mapa de la ciudad que había en la biblioteca del barrio. Juntos llegaron hasta la biblioteca, donde la señora Rosa, la bibliotecaria, les ayudó a encontrar el mapa.

"¿Quieren saber cómo llegar a su escuela?" - preguntó la señora Rosa con una sonrisa.

"Sí, por favor" - respondieron los chicos al unísono.

La señora Rosa les mostró el camino.

"Es fácil, solo tienen que seguir la calle principal y girar a la derecha en el tercer semáforo. Pero recuerden, siempre deben estar atentos a su alrededor. La seguridad es lo primero" - les recordó.

Los dos amigos hicieron un gran dibujo del mapa y decidieron que al día siguiente intentarían ir a la escuela a pie. Esa noche, Lucas no pudo dormir pensando en la gran aventura que tendrían.

Al día siguiente, Lucas e Inés se despertaron temprano. Después de un desayuno rápido, se despidieron de sus padres, quienes les recordaron que tuvieran cuidado y se mantuvieran juntos.

"Vamos, Inés, estoy emocionado" - dijo Lucas, lleno de energía.

"¡Yo también! ¡Aventura!" - gritó Inés mientras ambos se reían de emoción.

Al salir de casa, notaron que la calle estaba pacífica. Empezaron a caminar despacio, disfrutando de los colores de las flores y los pájaros que cantaban. En el camino, se toparon con un perrito perdido.

"¡Mirá, un perrito!" - dijo Lucas.

"Pobre, parece que no tiene dueño. ¿Qué hacemos?" - preguntó Inés, con ternura en su voz.

"Podríamos buscar a su dueño. Tal vez están preocupados" - sugirió Lucas.

Así que los dos amigos decidieron atraer la atención del perro. Jugaron un rato con él y luego buscaron algún collar que pudiera tener información de su dueño. Después de un par de intentos entre ladridos y juegos, finalmente encontraron un número en el collar.

"¡Llamemos!" - exclamó Inés.

Usaron el celular de una amable señora que pasaba por allí. La señora les dio una gran sonrisa y les permitió usar su teléfono. Después de hablar con el dueño, el perrito, quien se llamaba Pipo, volvió corriendo feliz con su dueño que estaba muy agradecido.

"¡Lo logramos, Inés! Hicimos una buena acción!" - dijo Lucas emocionado.

"Sí, y además seguimos nuestro camino a la escuela. ¡Vamos!" - dijo Inés entusiasmada.

Llegaron a la escuela un poco más tarde de lo habitual, pero felices. La maestra Marta los recibió con los brazos abiertos.

"¡Hola chicos! ¿De dónde vienen?" - preguntó la maestra.

"Vinimos caminando, porque los colectivos no vinieron" - respondió Lucas con una gran sonrisa.

"¡Qué valientes! Siempre es bueno cuidar nuestra seguridad, pero también ayudar a otros. Hicieron una gran labor hoy al ayudar a ese perrito!" - dijo la maestra con orgullo.

Esa tarde, después de muchas risas y actividades, Lucas e Inés aprendieron que en situaciones difíciles, la seguridad es importante, pero también lo es ser valientes y estar dispuestos a ayudar a los demás. Al final del día, cuando se despidieron, sabían que, aunque había desafíos, siempre podían contar el uno con el otro.

"Gracias por ser una buena amiga, Inés" - dijo Lucas.

"¡De nada! Y gracias a vos, Lucas. ¡Qué aventuras hemos tenido hoy!" - respondió Inés mientras se alejaban, dispuestos a enfrentar cualquier desafío en su camino.

Y así, Lucas e Inés regresaron cada día a sus casas, sabiendo que podían ser parte del cambio en su comunidad, siempre cuidando de su seguridad y ayudando a quienes lo necesitaban.

FIN.

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