El Gran Viaje de Lúmina y Estelón
Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Nubes, dos amigos inseparables, Lúmina, una curiosa luciérnaga, y Estelón, un soñador cohete de papel. Ambos compartían una pasión: el deseo de explorar el vasto Espacio que brillaba sobre ellos cada noche.
Una noche, Lúmina dijo con entusiasmo: "¡Estelón! ¿No te gustaría conocer el Espacio? Hay tantas estrellas y planetas por descubrir!"
Estelón, que estaba en una maceta en el fondo del jardín, asintió con sus alas. "Sí, sí! Pero... ¿cómo llegaremos allá?"
Lúmina pensó y pensó hasta que tuvo una idea brillante. "Podemos pedir ayuda a la sabia tortuga Tranquila. Dicen que ella conoce todos los secretos del cielo!"
El par se dispuso a encontrar a Tranquila. Después de una larga travesía a través del bosque, llegaron a un lago donde la tortuga descansaba bajo el sol. "¡Hola, Tranquila!" exclamó Lúmina. "¿Puedes ayudarnos a llegar al Espacio?"
Tranquila sonrió y dijo: "Claro, pequeños aventureros. Para llegar al Espacio, deben construir algo que los lleve hacia arriba. ¡Cada uno de ustedes puede aportar lo que mejor sabe hacer!"
Lúmina se iluminó pensando en las ideas para el cohete. "¡Yo puedo hacer el combustible! Mis destellos brillantes serán el mejor poder para lanzar el cohete!"
"Y yo puedo ayudar a hacer las alas y la estructura del cohete!" agregó Estelón emocionado.
El trabajo comenzó. Juntos, recolectaron hojas, ramitas y piedras brillantes. Lúmina usó su luz para dar color y forma a la estructura, mientras que Estelón diseñaba las alas con papel de periódico.
Tras varias horas de esfuerzo y creatividad, finalmente tuvieron listo el cohete. Era una maravilla brillante, con alas tiernas y un motor resplandeciente. "¡Es hora de despegar!" dijo Lúmina, mientras iluminaba el cohete que parpadeaba como una estrella.
Pero justo cuando se preparaban para partir, comenzó a aparecer una nube oscura que cubrió el cielo. "¿Qué hacemos ahora?" preguntó Estelón, con inseguridad.
Tranquila, que se acercaba, dijo con calma: "No te preocupes, esto es solo una tormenta pasajera. Aprovechen este tiempo para prepararse. Una vez que pase, su viaje será aún más hermoso. Piensen en cómo enfrentarse a obstáculos. Es un gran aprendizaje!"
Así que, mientras esperaban la tormenta, Lúmina y Estelón hablaron sobre el Espacio, las estrellas y los planetas que quisieran conocer. Compartieron sus sueños y miedos, aprendiendo uno del otro.
Finalmente, la tormenta pasó y el cielo se despejó. En ese momento, miraron su cohete con nuevos ojos. "Estamos listos, ¡despegamos!" gritó Lúmina entusiasmada, iluminando el camino.
Contaron hasta tres y, al unísono, subieron al cohete. El motor empezó a rugir y, con un resplandor deslumbrante, el cohete se alzó hacia el cielo, surcando las nubes. Atravesaron el azul profundo, sintiendo cómo el viento les acariciaba. De repente, se encontraron rodeados de estrellas, planetas y asteroides.
"¡Mirá, un anillo de Saturno!" dijo Estelón, excitado.
Lúmina brilló aún más. "Podemos tocarlas!" y comenzó a bailar entre las estrellas, mientras Estelón jugaba a esquivar los asteroides.
De repente, vieron un planeta diferente, lleno de colores. "¿Qué será eso?" preguntó Estelón.
"¡Vamos a investigar!" respondió Lúmina. El cohete aterrizó suavemente en el planeta y, al salir, se encontraron con seres amigables hechos de nubes de colores.
"¡Bienvenidos a Arcoiris!" exclamaron los habitantes. "¿Quieren jugar con nosotros?"
Los amigos se unieron a un juego de luces y colores, aprendiendo sobre la amistad, la confianza y la diversión. "¡El Espacio es increíble!" gritó Lúmina, mientras brillaba de felicidad.
Después de una aventura llena de risas y nuevos amigos, Lúmina y Estelón supieron que era hora de volver a casa. "Siempre recordaré esta experiencia," dijo Estelón con nostalgia. "Y yo también. Pero lo que más valoro es haber podido compartirlo contigo," respondió Lúmina.
Cuando regresaron a Nubes, se dieron cuenta de que el verdadero tesoro no era solo el viaje, sino los recuerdos y lecciones aprendidas. Desde ese día, Lúmina y Estelón siguieron jugando y soñando bajo las estrellas, siempre listos para nuevas aventuras. Y así fue como descubrieron que, con un poco de creatividad y la ayuda de los amigos, ¡el Espacio era solo el comienzo de sus historias mágicas!
FIN.