El Gran Viaje de Max
Era una soleada mañana en el barrio de Villa Alegre, y un pequeño perrito llamado Max estaba ansioso por salir a jugar en el parque. Max era un caniche juguetón, con un pelaje rizado tan suave como el algodón y unos ojos chispeantes llenos de curiosidad.
- ¡Hoy va a ser un gran día! - se dijo a sí mismo mientras saltaba de un lado a otro en el jardín.
Antes de salir, su dueña, Sofía, se acercó y lo acarició.
- Max, ¿estás listo para una aventura en el parque? - le preguntó con una sonrisa.
Max ladró alegremente, moviendo su cola con entusiasmo. Sofía le puso su correa y juntos se dirigieron hacia el parque. Al llegar, Max corrió hacia sus amigos: Lucas, un perro labrador, y Lila, una perra dálmata.
- ¡Hola, Max! - ladró Lucas - ¡Vamos a jugar a la pelota!
- ¡Sí, sí! - respondió Max.
Los tres perros comenzaron a correr tras la pelota, saltando y ladrando de felicidad. Después de una intensa sesión de juego, se detuvieron para descansar bajo la sombra de un gran árbol.
- ¿Qué les gustaría hacer ahora? - preguntó Lila.
- ¡Vamos a explorar el bosque! - sugirió Max.
Lucas y Lila miraron con emoción, así que decidieron adentrarse un poco en el bosque que estaba al lado del parque. Al principio, todo parecía tranquilo y divertido, pero de repente, se dieron cuenta de que se habían alejado más de lo pensado.
- Esto no se parece a nuestro parque - dijo Lucas, un poco preocupado.
- No se preocupen - respondió Max, - estoy seguro de que podemos encontrar el camino de regreso.
Comenzaron a buscar un punto de referencia familiar, pero todo se veía diferente. Fue entonces cuando conocieron a una tortuga llamada Tita que estaba tomando el sol en una piedra.
- ¡Hola, pequeños! ¿Qué hacen tan lejos del parque? - preguntó Tita con voz tranquila.
- Nos perdimos un poco - respondió Lila. - ¿Sabés cómo podemos volver?
- Claro, conozco este lugar como la palma de mi pata. Pero primero, ¿por qué no me cuentan un poco sobre ustedes? - dijo Tita, mostrando interés.
Max, Lucas y Lila se sentaron y empezaron a contarle sobre su día en el parque, sus juegos y su amor por la aventura. Tita los escuchó atentamente.
- Eso suena muy divertido, pero a veces las aventuras pueden ser un poco peligrosas si no se tienen cuidado. Siempre es mejor estar juntos y no separarse - les dijo Tita, con sabiduría.
- Sí, tienes razón - dijo Max, sintiéndose un poco culpable. - ¡Prometemos estar más atentos!
Tita sonrió y agregó:
- Bien, ahora, ¿quieren que los ayude a volver? Sigan mi ritmo, que yo voy despacito.
Los perros asintieron con gratitud, y juntos comenzaron a seguir a Tita. Mientras caminaban, ella les enseñó sobre las plantas y animales que encontraban en el camino, haciendo que el viaje fuera educativo y divertido.
Finalmente, llegaron a un claro que les resultó familiar. Sofía estaba llamando a Max, y sus ojos brillaban de alegría al verlo.
- ¡Max! - gritó Sofía - ¡Te estaba buscando! ¿Estás bien?
Max corrió hacia ella, muy contento de volver a casa.
- Estoy bien, Sofía. Y aprendí muchas cosas hoy. - le dijo a su dueña mientras la abrazaba con su cola.
- Gracias, Tita. - dijo Lucas mirando a la tortuga - Sin vos no hubiéramos podido volver.
- No hay de qué, pequeños. Recuerden siempre cuidar de sus amigos y no separarse tanto - respondió Tita, despidiéndose.
De vuelta en casa, Max y sus amigos juraron que la próxima vez tendrían más cuidado y siempre seguirían juntos.
- ¡Fue un gran día! - exclamó Lila.
- Entonces, ¡que empiecen nuestras nuevas aventuras, pero siempre juntos! - terminó Max con una gran sonrisa.
Y así, con sus corazones llenos de alegría y sus mentes llenas de lecciones, Max y sus amigos prometieron cuidarse los unos a los otros en cada aventura que viniera en el futuro.
FIN.