El Gran Viaje de Semilla Lela
Había una vez, en un rincón soleado del jardín, una pequeña semilla llamada Lela. Era una semilla de girasol, y soñaba con convertirse en una hermosa flor que iluminaría el mundo con su color amarillo brillante. Pero, Lela no sabía cómo sería su viaje hasta convertirse en una flor.
Un día, mientras el viento suave le acariciaba su pequeño cuerpo, Lela escuchó a unos insectos hablando.
"¿Sabes? ¡Cuando crezca, seré el girasol más alto del jardín!" - dijo una semilla de maíz.
"Yo seré el más sabroso de todos, el que se convertirá en palomitas para el cine!" - agregó otra semilla, esta vez de maíz dulce.
Lela se sintió un poco insegura. "¿Qué pasará si no crezco?" - se preguntó.
Fue entonces que el viejo árbol del jardín, un gran roble que había visto pasar muchas estaciones, habló con voz sabia.
"No temas, pequeña Lela. Todas las semillas tienen un viaje que hacer. Solo debes ser valiente y esperar tu turno".
Inspirada por las palabras del viejo roble, Lela se sintió más animada. Pero todavía no sabía cómo comenzaría su viaje. Un día soleado, una mariposa colorida se posó cerca de ella. Era Margarita, la mariposa.
"Hola, pequeña semilla. ¿Listo para tu aventura?" - preguntó Margarita.
"No lo sé... tengo miedo" - admitió Lela con una voz suave.
"¡No debes tener miedo!" - le dijo Margarita "El viento te llevará a un nuevo lugar donde podrás crecer y florecer. ¡Vamos!".
Al escuchar eso, Lela sintió una emoción dentro de sí. Sin pensarlo dos veces, cuando llegó el viento, se dejó llevar. Flotó y dio vueltas en el aire, sintiendo la frescura del mundo fuera del jardín. Después de un rato, Lela aterrizó en un hermoso campo lleno de flores de todos los colores.
"¡Qué lugar tan increíble!" - exclamó emocionada.
De repente, escuchó un ruido proveniente de un arbusto cercano. Era un pequeño conejito llamado Rocco.
"Hola, ¿quién eres?" - preguntó Rocco curioso.
"Soy Lela, una semilla de girasol. Acabo de llegar aquí y estoy lista para crecer" - respondió ella con una sonrisa.
"¡Qué genial! Aquí puedes encontrar agua, sol, y ¡mucho amor!" - dijo Rocco.
Durante varios días, Lela experimentó lo que era ser una semilla. Se sintió amiga del agua, quien le ofreció frescura y del sol, que le sonrió con cada rayo. Al mismo tiempo, conoció a otras flores que le contaron sus propias historias de crecimiento.
Así fue como Lela aprendió que cada planta tenía su propio viaje y que ninguna florecía de la misma manera. Un día, mientras disfrutaba de la compañía de sus nuevas amigas flores, Lela sintió que algo cambiado.
"¡Oh, creo que voy a crecer!" - gritó Lela con alegría.
Y así, lentamente, comenzó a asomarse del suelo. Al principio era solo un pequeño brote, pero con cada día que pasaba, Lela se hizo más fuerte y más alta.
"¡Mirá cómo crece!" - exclamó Rocco, salteando de felicidad.
Finalmente, Lela floreció en un hermoso girasol, lleno de vida y color. Todos los insectos y animales del campo la aplaudieron.
"¡Sos la más hermosa de todas!" - gritó Margarita desde lo alto.
"Gracias, amigas. Todo esto fue posible porque me animé a dejar el jardín y a vivir mi aventura" - dijo Lela con una gran sonrisa.
Desde entonces, Lela nunca olvidó su viaje. Sabía que cada semilla, como ella, tenía el poder de convertirse en algo maravilloso si solo se atrevía a dar el primer paso. Y así, Lela se convirtió en una fuente de inspiración para todos los que la rodeaban, recordándoles que el viaje es parte de lo que nos hace florecer.
FIN.