El Gran Viaje del Oso Lentejín
Había una vez, en la cima de las altas montañas de los Andes, un oso llamado Lentejín, conocido por todos en el bosque por sus grandes anteojos redondos que siempre le resbalaban por la nariz. Pero no era cualquier oso… ¡Lentejín era un oso de aventura!
Desde que era pequeño, soñaba con conocer todos los rincones del bosque, cruzar ríos y escalar montañas. Un día, mientras Lentejín se acomodaba los anteojos, escuchó hablar de un misterioso tesoro escondido en el Lago Brillante.
"¿Cómo será ese lago?" - se preguntó Lentejín, intrigado.
Decidido a encontrar el tesoro, preparó su mochila.
"Voy a necesitar un mapa, algo de comida y, claro, mis anteojos para ver bien" - dijo en voz alta, como si así se sintiera más valiente.
Antes de salir, pasó por la casa de su amiga la ardilla Rina, para despedirse.
"Voy a buscar un tesoro en el Lago Brillante, Rina. ¡No puedo faltar a esta aventura!" - anunció Lentejín.
"¡Qué emocionante! Ten cuidado y no olvides regresar" - le respondió Rina, con los ojos brillando de entusiasmo.
Lentejín comenzó su viaje, caminando por senderos llenos de flores y mariposas. En el camino, se encontró con un río caudaloso.
"¿Cómo voy a cruzarlo?" - se preguntó, observando las aguas rápidas.
Entonces, vio a un viejo pato llamado Pedro que nadaba cerca.
"Hola, Pedro. ¿Podrías ayudarme a cruzar el río?" - le pidió Lentejín.
"Claro, amigo. Súbete a mi espalda y te llevaré" - respondió el pato con una sonrisa.
Agradecido, Lentejín subió y cruzó el río sin problemas.
Mientras continuaba su camino, se encontró con una montaña enorme.
"Esto se va a poner difícil..." - pensó, mirando hacia arriba.
En ese momento, conoció a una cabra montés llamada Simona.
"Hola, oso. ¿Vas a subir la montaña?" - le preguntó Simona curiosa.
"Sí, estoy buscando el Lago Brillante y un tesoro" - respondió Lentejín.
"Te puedo ayudar. Tengo mucha experiencia escalando" - ofreció Simona, moviendo la cola.
Juntos, comenzaron a subir la montaña. Simona le enseñó a Lentejín cómo encontrar los mejores lugares para agarrarse y cómo respirar durante el esfuerzo.
Al llegar a la cima, se quedaron sin aliento, pero la vista era espectacular.
"Mirá qué paisaje, Lentejín. ¿Vale la pena el esfuerzo?" - preguntó Simona.
"¡Es impresionante! Y esto es solo el comienzo de nuestra aventura" -Contestó Lentejín, sintiéndose orgulloso.
Después de descansar un poco, continuaron el camino hacia el Lago Brillante. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que por el camino había mucha niebla.
"No veo nada. ¿Y si nos perdemos?" - dijo Lentejín angustiado.
"No te preocupes. Vamos a quedarnos juntos y a seguir el sonido del agua" - sugirió Simona, haciendo que Lentejín se sintiera más seguro.
Con la ayuda de su amiga, finalmente llegaron al Lago Brillante. El lago, iluminado por el sol, parecía un espejo lleno de estrellas.
"Mirá, Lentejín, ¡es hermoso! Y ahora, ¿dónde está el tesoro?" - preguntó Simona.
Lentejín buscó entre las rocas y la arena, y de repente, encontró una caja. Al abrirla, en vez de monedas de oro, había un libro lleno de historias sobre el bosque.
"¿Un libro?" - exclamó Lentejín, un poco decepcionado.
"Pero estas historias son un tesoro. Hablan de aventuras, amistades y el cuidado de nuestro hogar, el bosque" - dijo Simona.
Lentejín comenzó a leer en voz alta, compartiendo las historias con Simona. Cada una de ellas hablaba de la importancia de cuidar la naturaleza, ayudar a los demás y disfrutar de las aventuras con amigos.
"Despertamos un tesoro más grande que el oro. Un tesoro de conocimiento" - reflexionó Lentejín, con una gran sonrisa.
Despertaron en ellos la curiosidad y decidieron llevar ese libro de regreso al bosque, para compartirlo con todos sus amigos.
Así, Lentejín y Simona regresaron, transformando un simple viaje de búsqueda de tesoros en una aventura llena de aprendizajes y nuevas perspectivas sobre la vida.
Desde ese día, el bosque nunca fue el mismo. Todos los animales se reunían alrededor de Lentejín y Simona para escuchar sus historias y aprender sobre la importancia de cuidar el lugar donde vivían.
Y así, Lentejín, el oso aventurero, descubrió que el verdadero tesoro estaba en las lecciones aprendidas y en las amistades forjadas a lo largo de su gran viaje. Y por supuesto, en sus tráfagas anteojos, que ya no le resbalaban tanto, porque sabía que los grandes viajes se hacen con amigos.
Final del cuento.
FIN.