El Gran Viaje del Pan y el Queso
Era un bonito día soleado en el pequeño pueblo de Villa Comida. Allí vivía Tilín, un ratoncito muy curioso y siempre con mucho hambre. Esa mañana, mientras olfateaba el aire fresco, sintió un antojo irrefrenable: "¡Qué ganas tengo de comer pan con queso!"-. Su pancita hacía ruido y su energía empezaba a bajar.
Tilín se asomó a la ventana de su casa, y vio un delicioso pan recién horneado en la panadería de la esquina y una rueda de queso parmasan en la tienda de don Quesero.
"Voy a conseguir mi bocadillo soñado", se dijo Tilín con determinación.
Con su pequeño mapa casero dibujado en una hoja, Tilín salió en busca del pan y el queso. Su primer destino era la panadería. Al llegar, vio al panadero, don Pancho, un hombre alto y alegre que siempre sonreía.
"Hola, don Pancho!" -dijo Tilín, moviendo su colita emocionado."¿Puedo tener un trocito de pan?"
"Claro que sí, Tilín. Pero primero, ¿por qué no me ayudas a llevar algunos panes hasta la vitrina?" -le respondió don Pancho-.
Tilín, entusiasmado, aceptó el reto. Usó toda su fuerza para empujar los panes hacia el lugar adecuado. Al terminar, don Pancho le dio un gran trozo de pan recién horneado.
"¡Gracias, don Pancho!" -gritó Tilín mientras corría hacia su siguiente destino, la tienda de don Quesero.
Al llegar, se dio cuenta de que la puerta estaba cerrada y, en una esquina, vio una pequeña rata amiga suya, llamada Rati.
"¿Qué haces aquí, Rati?" -preguntó Tilín.
"Tengo hambre, pero la tienda está cerrada y don Quesero no está" -respondió Rati con un suspiro.
Tilín, solidario, decidió compartir con Rati el pan que había conseguido.
"Vamos a buscar algunas ideas para conseguir queso”, sugirió Tilín, mientras ambos soñaban con hacer el mejor pan con queso de la historia.
De repente, tuvieron una idea brillante: organizar un pequeño espectáculo de danza en la plaza del pueblo para atraer a don Quesero. Así, podrían pedirle un pedazo de queso como agradecimiento por la función.
Día tras día, usaron su creatividad y prepararon una actuación divertida. Invitaron a otros ratones y hasta a algunas aves para que los acompañen. Toda la aldea se llenó de risas y alegría.
El día del espectáculo llegó y la plaza estaba llena de gente curiosa. Rati y Tilín, junto a sus amigos, comenzaron a bailar y cantar con entusiasmo. Todos aplaudían y se reían. Don Quesero, que estaba comprando en la tienda de al lado, oyó el bullicio y decidió ir a investigar.
Cuando vio el espectáculo, se río y se quedó maravillado. Al terminar, se acercó a los ratones.
"Me encantó su baile. ¿Qué desean como recompensa?" -preguntó con amabilidad.
Tilín, con un brillo en los ojos, dijo: "Quisiéramos un poco de queso para comer con el pan que conseguimos".
Don Quesero sonrió y dijo: "Por supuesto, pequeños artistas. ¡Se merecen mucho más que eso!". Y les regaló un gran trozo de queso.
Tilín y Rati corearon de emoción, y juntos fueron al lago a disfrutar su aperitivo.
"Esto es increíble, Tilín. Todo comenzó porque tenías hambre!" -exclamó Rati.
"Sí, y juntos encontramos una forma divertida de conseguir lo que queríamos" -respondió Tilín, contento de haber compartido su aventura.
Y así, los ratones aprendieron que a veces, los imprevistos pueden llevarte a aventuras inesperadas y a crear nuevas amistades. Mientras saboreaban su delicioso pan con queso, ambos soñaron con su próxima gran aventura, dejando sus corazones llenos de alegría.
FIN.